lunes, 16 de julio de 2012

Qué miedo da el miedo


Qué miedo da el miedo cuando ataca dónde más te duele. Cómo es capaz de vencer hasta a la más fuerte, a la más poderosa, a la que más empuje derrocha. 

Qué miedo da el miedo cuando te susurra al oído, cuando te atenaza las piernas, cuando casi te vuelve loca. Cómo ahonda en tu sueño, hasta en tu vigilia, y te merma, y te cansa, y te hunde.

Que miedo da el miedo cuando ya no sirven las palabras, cuando ya no hay nada que decir... 

No te dejes vencer amiga mía... El miedo no va a poder contigo, tienes una red que te protege, que te cuida, que te mima en la distancia. Aquí estaremos para sostenerte cuando tropieces...

Todo va a salir bien. Lo sé.

jueves, 12 de julio de 2012

Por mi culpa, por mi culpa


La culpa aprovecha cualquier rendija para colarse. Un descuido y ya está dentro. Si no es por aquí es por allí pero siempre sabe como meterse dentro. Sutil, sibilina... ¡Qué zorra la tía!

Un bocadito de nada y ¡zas! Le quitas el ojo de encima y ¡plas! Te despistas y ¡adiós! Pero todo es siempre por tu culpa.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa...

- Mamá, deje de culpabilizarse, me dijo la médica...

Y yo pensé, pero si es por mi culpa, he sido yo, he sido yo...

martes, 10 de julio de 2012

Os conozco antes de pariros



Desde el inicio de mis dos embarazos he imaginado con todo detalle cómo serían mis niños. Este hecho no tendría nada de especial si no hubiese acertado hasta en el más mínimo detalle, llegando incluso a ser capaz de ver una clara proyección del físico, e incluso de las personalidades de ambos, a lo largo del tiempo.

Con mi grande, he podido comprobar, que tal y como imaginaba, sería un “tirillas”, muy sensible y parlanchín, de ojos vivos y más dado a la reflexión que a la acción. Una clara proyección de mi personalidad cuando era niña... quizás por eso comprendo cada uno de sus gestos, empatizo con sus sentimientos y entiendo la más mínima de sus reacciones. Quizás sea esta proximidad la que me ha ayudado a estar tan cerca de él y a comprender su gran necesidad de mí, que lejos de preocuparme o desagradarme, me llena de orgullo y fomento cada minuto del día.

Con mi chico, ya sé que mi visión de un niño lozano, gordito y de buen color es cierta, y estoy segura de que será bonachón, dulce, algo bruto y muy activo. Un niño corredor, muy dado a ponerse colorado y sudoroso con dos carreras y propenso a los golpes. Por eso sé, que a diferencia de su hermano mayor, prudente hasta el extremo y que a penas ha tenido caídas, él va a ser un gran usuario de Arnidol, la barrita lila que calma el dolor y evitar que aparezcan chichones y morados, gracias a su compuesto natural a base de árnica y harpagofito.

Ambos son diferentes, ya puedo ver como mi chico es mucho más independiente y seguro que su hermano mayor, pero sé que con los dos tendré una conexión natural de por vida, próxima, íntima, cercana física, emocional y sensitiva. Una conexión que nada podrá resquebrajar. Sé que, como dicen que les pasa a los hermanos gemelos, sentiré su dolor, sus emociones, sus miedos, sus alegrías en la distancia. Porque el vínculo madre hijo es casi mágico, extrasensorial, inexplicable... es lo más grande e importante de nuestras vidas.

sábado, 7 de julio de 2012

Mi pequeña orquídea


Permitidme la cursilada, pero en estos días he visto a mi niño como una pequeña orquídea, delicada y bella. Ahora sabemos que un sólo roce puede arañar sus pétalos,incluso marchitarlos gravemente, pero nada le quitará nunca ni un ápice de su inmensa belleza.

Fue un solo mordisquito de nada. Empezó a quejarse, le picaba la lengua, los ojos, la nariz, babeaba... Me puse nerviosa, no quería creer que aquello era lo que era. Abrí un bote de medicina, que metí en la maleta a última hora, y entre su padre y yo le obligamos a tomarlo, le suplique que lo tragara, tenía que hacerlo. En pocos segundos lo vomitó y su cara empezó a llenarse de manchas... Era el momento de salir corriendo. Cogí a mi chico, lo puse en el carrito, cogí a mi niño y pretendía salir corriendo, pero así no podía.

- Papi - grité- coge tú al chicocy yo me llevo al grande, saca el coche.

Corría, no sé cómo, con mi niño en brazos, corría, rápido, no me cansaba, yo podía... mientras él lloraba y se removía, babeaba, moqueaba...

- socorrista, socorrista!!!  - grité mirando al mar - ¿Dónde está el centro de salud?
- Le llamo a una ambulancia - Me dijo el muchacho mirándome a los ojos.
- No, dime donde esta el centro de salud
- Espere, que le llamo a una ambulancia - Me decía, mientras su cara se desencajaba de susto- Un niño, un niño, esta muy nervioso... No, que le guían al centro de salud.
- Vale, vamos al coche...

Nos esperaban en la puerta, dos médicas..

- Coge al pequeño, coge al pequeño... - Oí a lo lejos
- Chato, coge tú al chico... Yo me llevo al niño dentro.

Una vía... Le duele, grita, no entra el Urbason, no puede hablar, los ojos hinchados, mucho... Me mira, me mira... Ahora una inyección en el culo... No, no mejora...

- Vamos a llamar a una UVI móvil, está bien, pero las cosas hay que hacerlas bien. El niño satura bien, pero es mejor así. Le vamos a poner adrenalina...¿*·¿OFWER¿FER¡dwq44%%"$R - Se me desconctó el cerebro
- Un momento... Yo necesito que entre mi marido
- Chato entra tú.. Han dicho algo de UVI móvil...

Salgo, cojo al chico, llora, llora, llopro yo también, teta, se duerme... Voy hacia el box, miro desde la puerta, no entro, no sé porque, pero no entro... Mi niño clava la mira en mi... Ya no dejará de mirarme... Detrás de la mascarilla, sus ojos hinchados me seguían a todos sitios, me miraba, casi sin expresión. Yo le miraba, y sólo con los ojos tuvimos una larga conversación:

- Hijo, estás bien, no te va a pasa nada, estás bien. Te estás curando...
- Ya lo sé mami. Yo soy valiente, pero no te vayas. Quédate aquí conmigo.
- Claro, mi amor, no me voy. ¿A dónde me voy a ir? Yo me quedo contigo.

Llega la UVI móvil, lo pasan a la camilla... Parece Fernando Alonso...

- ¿Puedo ir con él?
- Sí puede, pero mejor que no vaya.
- ¿Por qué?
- Por si hay que hacerle alguna maniobra.
- Ah, vale...

No voy, no voy, y si le pasa algo, y se me lo devuelven muerto, y si tiene frío, y si se pierde, y si tiene miedo... Es que no sabemos dónde está, es que hubo un fallo, es que nos equivocamos y se murió...

- No, yo voy con él.
- Chata, mejor que no vayas, han dicho que es mejor que no.
- Yo voy con mi niño.

Nos montamos en la ambulancia...

- ¡¡¡¡Mami, luces azules!!! ¿Y van a poner la sirena? ¿Y eso para que es? ¿Y esto para que sirve?...

Mi niño ya estaba bien...

Hospital, le cuidan, le besan, le acarician, le dan mas medicina... A casa.

Shock anafilactico.

Más información sobre shock anafiláctico en Diario de una mamá pediatra