jueves, 31 de diciembre de 2009

A comernos el 2010...

Hemos escapado bien al 2009, la crisis nos ha respetado y la salud perdida, la encontramos en la Fundación Jiménez Díaz. Sin duda, el asunto de la salud ha sido el episodio que nos ha deparado el hecho más desagradable (y algo traumático para mí) en este 2009 que ya acaba.

De cualquier forma, no nos podemos quejar, ha sido un buen año. 365 días de descubrimientos, de emociones, de retos, de dudas, de satisfacciones, de más miedos y alguna que otra preocupación. Ha sido el año en el que mi niño ha dicho mamá y papá (con mucho más esfuerzo), ha aprendido a bailar, a jugar y a reírse.

En lo laboral ha sido también un año apasionante. En una fase en la que creía que ya sabía casi todo de la profesión, en mi empresa abrimos una ventana inexplorada y desconocida, que nos ha servido para renovarnos, reinventarnos, ponerlo todo boca abajo y darle en las narices a la maldita crisis. Crucemos los dedos, pero creo que estamos en el camino… y esa ventana abierta ha sido clave en mi forma de ver y entender la maternidad (y de relatarla a través de este blog que cumple un año), porque me ha puesto en contacto con otras madres que sienten y piensan igual que yo, y he descubierto que sí, que soy un bicho raro, pero que hay más de mi especie por ahí, criando a sus hijos con las entrañas, con amor y sin métodos inhumanos… espero que estemos en la buena senda.

¡Salud y suerte para el 2010! El resto, me temo que toca trabajarlo…

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Que me toque la lotería, que me toque la lotería...

Últimamente mis palabras parecen premoniciones, cuando abro la boca se conjuran los astros para que lo que digo se haga realidad. La cosa está tan peliaguda que me doy miedo…

“Tiene que ser horrible tener a un niño malito en el hospital”, maldita la hora en la que pronuncié esas palabras… la madrugada siguiente, a las 3 de la mañana, nos íbamos a urgencias, con el niño con 40 de fiebre. 13 horas más tarde nos quedábamos ingresados en la habitación 2406 de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid – para los curiosos os diré: broncoespasmo y neumonía – un completo típico de estas fechas.

Para regocijo de mi amiga Amalia (diario de una mamá pediatra), y para ser justos, nos han tratado de maravilla. Todo el personal, de urgencias y de planta, han sido extremadamente amables y cariñosos con mi niño, me consta que se preocupan por cada uno de los niños que están ingresados, los conocen perfectamente por su nombre, aprenden sus gustos, inventan trucos para que cualquier manipulación que tengan que hacerles sea lo más llevadera posible y no me queda más que darles las gracias porque han conseguido que estos 5 días sean mucho más llevaderos.

Me quedo con una frase que nos dijo una veterana enfermera: “Nos acordamos de todos los niños, de los que se van y de los que no salen…”. Cuando oí esas palabras se me saltaron las lágrimas, porque efectivamente eran ciertas, ella reconoció al niño que compartía la habitación con mi hijo, al que había tratado cuando nació prematuro en ese mismo hospital.

Y el problema no son esos 5 días en el hospital, lo peor son los que dejas allí, los que sabes que afortunadamente se pondrán mejor, aunque tengan que pasar una larga temporada ingresados, y los que temes que no saldrán, que no serán capaces de superar sus dolencias y dejarán padres desolados.

Pues eso, que después de esto, no paro de pedir que me toque la lotería, a ver si soy capaz de atraer la suerte…

Muchos recuerdos a todos los niños de la 4ª planta de la Fundación Jiménez Díaz, en especial a la pandilla del moco (únete que somos pocos…)- todos los enfermos de respiratorio-, a las enfermeras, auxiliares y médicos y al personal de urgencias que fueron eficientes, amables y cariñosos.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Grandes excusas

Tengo unas excusas excelentes para haber tenido el blog tan abandonado. Son dos palabras que sólo oírlas provocan temblores e, incluso, espasmos: mastitis y gripe A, ¡toma ya!

Primero empecemos con la mastitis (sí, esa cara de dolor que estáis poniendo está justificada, porque efectivamente, duele mucho). Una mañana, estaba acabando una reunión y, de pronto, empecé a sentir un fuerte dolor en un pecho, tanto, tanto, que no tuve más remedio que sostenérmelo ligeramente. Podría haber parecido una burda estrategia para ganar esa cuenta, pero creo que mi cara no transmitía ninguna sensación de insinuación, sino más bien de noche de resaca.

Empecé a sentirme fatal y gracias a los consejos de unas compis me fui al médico. El resto de la historia se resume en: mareos, temblores, fiebre, dolor, un poquito de antibiótico mezclado con unos gramitos de anti-inflamatorio, un pelín más de dolor... y listo.

La moraleja del tema para algunos ha sido: lo ves, si no estuvieras dándole el pecho al niño todavía... Y será que la mastitis me ha dejado sin ganas de guerra, porque contesté con un simple: ya ves... así somos las madres.

Y ahora vamos con la gripe A. Yo no soy médico, ni Ministra de Sanidad, ni siquiera, Consejera de Salud de la Comunidad de Madrid (que es más que Ministra de Sanidad, claro) y no seré yo quien cuestione las acciones de las autoridades sanitarias de nuestro país... pero, permitidme que os cuente mi experiencia y que sospeche que esto está siendo una verdadera ida de olla general.

Me explico, mi niño está pasando por lo que yo considero un resfriado, de los que ya ha tenido unas decenas: mocos, tos y fiebre... bueno, pues me dice la pediatra: "esto, en otro momento, sería catarro común, pero ahora es gripe A, y como tu hijo esta en el grupo de riesgo (ha tenido bronquiolitis y parece ser que eso es el asma de lactante, es decir asma del de toda la vida...), pues Tamiflú al canto". Vale esta cita no es literal, pero por ahí iba la cosa.

Esas palabras hicieron en mí el mismo efecto que el final de "Love Story", es decir, que cayeran por mis mejillas dos lagrimones de película. Lo sé, lo sé... no era para tanto... pero si vierais el papelito de las contraindicaciones del Tamiflú de los huevos... me comprenderíais y más si tras el papelito me dice: "y esto es en adultos, así que en niños mucho más, porque ni siquiera hay estudios...". Uff.. clase de anatomía tendrán los pediatras, pero de tacto... no sé yo, eh?

Bueno, el desenlace ha sido bueno, mi niño se ha puesto mejor y el Tamiflú se lo han metido por... por, por..por la estantería de la derecha del despacho de la pediatra.

Pues eso... que el blog ha estado abandonado por estas buenas razones... y también por otras que me han tenido muy entretenida, como las nuevas palabras de mi niño: "abu" (abuela) o "eta" (galleta), el descubrimiento de mi niño de algunas partes de su cuerpo: su nariz y la de mamá o su cabeza y la de mamá y nuevos juegos con los que divertirse.

martes, 20 de octubre de 2009

Estos no son consejos para madres

Muchas de vosotras ya os habréis dado cuenta de que este blog es fruto de un trauma (entendamos trauma en el sentido más humorístico del término – si es posible - es decir, en el sentido menos dramático de la palabra), producido por el parto y por los meses siguientes a este acontecimiento.

Posiblemente, si entonces hubiese sabido lo que ahora sé, gracias a la experiencia, el ensayo/error, y las lecturas de autores consagrados y madres anónimas y blogueras, las cosas hubiesen sido diferentes.

Una persona cercana me contó hace poco que por fin había llegado su deseado embarazo y entonces pensé que sería bueno compartir esas cosas que había descubierto con las personas que leían mi blog. Me resistía a dar consejos, y le he dado muchas vueltas a este post, para camuflar lo que iban a ser una ristra de pequeñas lecciones para madres aún más novatas que yo. Pero después de pensarlo y repensarlo creo que todo lo que yo pueda contar lo dice mucho mejor Laura Gutman, para mí, en estos momentos, "mi guía espiritual" de la maternidad.

En mi opinión, en su libro "La Maternidad y el encuentro con la propia sombra" Gutman traduce a palabras los sentimientos, complejos y difíciles de explicar, que yo sentí en el parto y en el puerperio.
En resumen, recomiendo leer a Laura Gutman e intentad que los padres de vuestras criaturas os acompañen en esas lecturas, porque puede ayudarles a entenderos mejor- si no lo conseguís, como es mi caso, al menos leedles los mejores párrafos en el intermedio del fútbol.

Y para no dejar en el aire algunos pensamientos que he tenido, os doy una breve lista de cosas que hubiese hecho de otra forma si entonces hubiese sabido lo que sé ahora:


  • Habría vivido el parto más intensamente. Estaba tan cansada, tenía tanto miedo que no me di cuenta de que estaba haciendo la cosa más importante de mi vida, trayendo al mundo a mi niño. No supe darle la bienvenida como ahora lo habría hecho.
  • Hubiese intentado no separarme de mi niño dos largas horas justo después de su nacimiento. En esos momentos tan cruciales para su vida, cuando más indefenso y necesitado estaba de mí, se llevaron a mi niño para hacerle no sé bien qué.
  • Y por último, habría cogido a mi niño en brazos desde el minuto 0 de su vida y lo habría acunado y dado teta a placer, sin ningún remordimiento.

Espero que estos "no-consejos" os sirvan de algo y que aumenten las ventas de los libros de Laura Gutman (quizás, tenga que pedirle comisión).
 

Dedicado a Belén y a su niña, que seguro que será muy "juguetona"

lunes, 19 de octubre de 2009

“El cerebro del bebé” - Entrevista a Sue Gerhardt en “Redes”

Este increible reportaje de Redes resume, y sustenta científicamente, muchos de los conceptos y de las premisas que promulga la crizanza con apego. ¡Muy interesante! ¡Disfrutad de él!




Videos tu.tv

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Un lavado de imagen para nuestros niños

Si algo necesitan los niños del llamado primer mundo es un lavado de imagen o, dicho más técnicamente, un plan de comunicación. Nuestros niños tienen mala imagen y alguien debería rascarse el bolsillo para pagarles una campaña de relaciones públicas como "el capital" manda.

Tienen fama de ser mocosos, caprichosos, manipuladores, chantajistas y resabiados. Hasta la literatura "experta en educación" habla de pequeños dictadores o niños terribles, proponen poner límites a sus peligrosos deseos y el "no" como forma para ayudarles a crecer. El ideario popular cuenta con expresiones como: sabe más que los ratones "coloraos", te está poniendo a prueba o mientras más llora menos "mea"… que casi siempre se achacan a niños y pocas veces para su beneficio.

Propongo desarrollar una estrategia en medios de comunicación (prensa, radio y televisión) y en los llamados medios sociales (redes sociales de Internet, foros, blogs, etc.), dirigida a padres, madres, abuelos, tíos, personal sanitario y educadores.

Los mensajes serían: No se despiertan por las noches para fastidiarte (su ritmo de sueño es diferente); No se dejan siempre los tres últimos bocados en el plato para atormentarte (¿no será que le pones demasiado?); No se ponen insoportables cuando los recoges del cole (quizás quieran llamar tu atención porque te han echado de menos).

Las tácticas serían envío de notas de prensa a medios de comunicación con estos titulares: "mamá, todavía no sé hablar y si lloro es porque necesito algo"; "papá, no quiero comerme esa última cucharada que el sr. Danone se empeña en poner de más en mis yogures"; "mamá, no soy un reloj, no tengo ganas de ir a la cama a las 8:57"; "papá, si dejas esa figurita a mi alcance ¿realmente pretendes que no la toque?".

Las mamás y papás blogueros podrían dar a conocer estos mensajes, compartir información sobre la corriente de la educación basada en el apego, el cariño, la educación democrática y la empatía.

Para evaluar la campaña lo haríamos de dos formas, cuantitativamente: midiendo la longitud de la sonrisa de nuestros niños y cualitativamente, evaluando si hemos desterrado ese concepto de "niños abusones" de las sociedades industrializadas.

El presupuesto sería 1.000 besos babosos, 700 en concepto de honorarios y 300 para gastos.

lunes, 21 de septiembre de 2009

La maternidad y el deporte

Convendréis conmigo en que si tuviéramos que comparar la maternidad con un deporte sería con el atletismo. Ser madre es una carrera, a veces de obstáculos, otras de resistencia, afortunadamente casi siempre de relevos y siempre de fondo.

¿Qué madre no ha corrido los 100 metros tacones para evitar una caída, una mano en un enchufe o un pie en la carretera? ¿Qué madre no esprinta para poner una lavadora, sacar dinero en el cajero, pasar por el super y llegar a la guarde a tiempo?

Desde que soy madre siempre estoy corriendo y gano medallas casi todos los días. Las de bronce me las llevo cuando un fin de semana podemos dormir hasta las 9 de la mañana; Las de plata me las cuelgo cuando pasa más de un mes y mi niño no se pone malo; Y las de oro son mías cuando mi niño canta conmigo una canción, aprende una nueva palabra o empieza andar sujeto sólo de una de mis manos.

jueves, 10 de septiembre de 2009

A dormir...

No, no, no, no quiero dormir. Aunque tengo sueño… pero no quiero dormir. Estoy aquí jugando con papi… pero tengo sueño ¡¡¡¡uaaaaaaa, tengo sueño, uaaaaaaaaa!!!

No, no, mami, así no, no me pongas así, que me duermo, no, no me mezas que se me cierran los ojos, nooo… no quiero dormir, tengo muchas cosas que ver, la luz del humidificador, la pelota que está en el suelo…


Bueno, chupo un poco de leche de la teta de mami, total, está aquí y está tan rica. Tengo sueño, se me cierran los ojos y mami canta tan bien…

Pero, no, no, no, no quiero dormir… mami, mami mira Mickey, mira el ventilador…no quiero dormir…


Un poco más de teta, vale… se me cierran los ojos y ese balanceo me deja adormilado, que a gusto estoy, se me cae la mano, se me escurre la boca de la teta de mamá…

Pero no, no, no, no quiero dormir… ¿qué es esto? la nariz de mamá ¿y estos agujeros? ¿qué habrá dentro? Vaya, parece que a mami no le gusta que le meta el dedo ahí ¿por qué será?

Pero se me cierran los ojos, mami me acaricia la cabeza y los párpados se me caen y relajo las piernas, y me acurruco con mamá, que huele tan bien y está tan blandita. Mi respiración se ralentiza, empieza a ser rítmica, tranquila, me duermo, me duermo… me dormí.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Un año...

¿Habéis tenido alguna vez esa sensación al estar en la cama, a oscuras, a punto de dormir, cuando las cosas que te rodean parecen acercarse y alejarse, haciéndose grandes, inmensas y luego pequeñas, diminutas? Yo he sentido esa extraña sensación, algo inquietante, y es la analogía perfecta para describir este último año.

Ha sido más sencillo de lo que pensaba, pero con momentos muy complicados. Cansado, muy cansado, pero satisfactorio. Lleno de dudas, pero guiado por el convencimiento de nuestro instinto.

Un año largo, pero breve a la vez, cuando miro a mi niño pienso: ¡Ya ha pasado todo un año!
En ocasiones me ha separado de mi novio (los pañales, la falta de sueño, los llantos y hasta las risas…) pero también nos ha consolidado, nos ha hecho una familia, un equipo, una unidad, un núcleo indivisible pase lo que pase.

Un año divertido, lleno de sentimientos, sensaciones, ideas, proyectos… un año especial y diferente, el año en el que nació mi niño.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Muy gráfico

Creo que poco se puede añadir a este anuncio, es muy gráfico. Esta es la sensación que tengo en estos días: todo el día liado, sin descanso... bueno supongo que es el síndrome pre-vacacional.

Me aplico el cuento: todo llega.

miércoles, 29 de julio de 2009

Desaparecido

Que a veces la realidad supera la ficción es una frase hecha, pero que justo ayer comprobé en mi propia piel.

Huyendo del calor, entré con mi niño en un bar del mismísimo centro de Madrid. Jugábamos con un hielo cuando, en la mesa de al lado, se sentaron tres hombres. Uno joven, con unos vaqueros Emporio Armani, que llamaron mi atención, y otros dos, más mayores, en camiseta y uno de ellos con calcetines blancos.

Me encanta observar a la gente y, a veces, invento historias mientras los escucho, con todo el disimulo que puedo (aunque mi novio dice que se me nota mucho). Pero esta vez no fue necesario inventar nada, la realidad empezaba a sorprenderme.

Como el trío era algo dispar, agudicé el oído pensando que sería un arquitecto o un abogado que se reunía con unos clientes. Pero pronto me dí cuenta de que la historia iba a dar de sí. Tras repartir su tarjeta, el joven les dice a los dos señores más mayores: empecemos, y saca una libreta donde se disponía a apuntar datos.

No quiero dar demasiados detalles porque el tema es delicado, pero la cuestión es que el hijo de uno de los señores se había escapado de casa y el joven era un detective privado.

Observando a los dos señores se notaban sus caras desencajadas, llenas de preocupación. Habían venido a Madrid en busca del chico, que parece que tiene 14 años, y se habían tirado a la calle durante toda la noche sin resultado.

No puedo ni imaginar la desesperación de esos padres, no saber qué es de su hijo, porqué ha desaparecido, donde estará… y pienso qué debe pasar por la cabeza de un chico al decidir irse de su casa, sin dejar rastro y no dar señales de vida.

No sé cuales serían los problemas de este chico en concreto, pero su padre quería encontrarlo a toda costa y suplicaba al detective que hiciera todo lo que estuviera en su mano por encontrar al chaval.

Me sorprendió que el detective pijo les hablaba de irse de vacaciones con una sonrisa en los labios mientras los señores lo miraban sin poder procesar bien esas palabras totalmente disonantes con una situación tan dramática para una familia. Quizás alguien debería dar un pequeño curso de empatía con sus clientes a este joven investigador.

Ojalá aparezca el chico, que todo se solucione, y que el investigador no encuentre este post y me denuncie por apropiación indebida de historia.

lunes, 13 de julio de 2009

Ryan

En el día que ha muerto Ryan, hijo de Dalilah, primera víctima de la gripe A, el post que tenía en mente cae en el ridículo. Iba a quejarme de la sanidad, de la actitud de algunos médicos y de la falta de delicadeza, tacto y, a veces, hasta educación y vergüenza torera de algunos de los médicos y personal sanitario que he tenido la desgracia de encontrarme en mi breve camino hospitalario.

Hoy a mi niño le han hecho las pruebas de la alergia, ya que parece que es intolerante a la leche (y ahora también alérgico al huevo y a la judía blanca), pero mientras iba en el taxi de vuelta de nuestro peregrinaje por la salud pública de la Comunidad de Madrid, que tanto le debe a doña Esperanza Aguirre (aquí vienen desagradables risas de lata), me golpeó la noticia sobre la muerte de Ryan.

Pobre niño, que sino más desgraciado. Ha muerto ya sin su madre… no ha tenido la oportunidad de disfrutar de sus caricias, de sus manos, de su aliento respirando junto al suyo… No puedo evitar las lágrimas por Ryan… por su madre Dalilah y por su padre, que va a tener que superar estas absurdas y desgraciadas pérdidas.

Supongo que los médicos son conscientes de la importancia de lo que manejan, vidas de hijos y padres, madres y abuelas, seres humanos que ponen en sus manos sus cuerpos y también sus almas, porque cada una de las palabras que pronuncia un médico delante de un paciente o un familiar es analizada, escudriñada y medida por todos los pares de orejas presentes.

Por favor, que no se den por aludidos los buenos médicos, las buenas enfermeras y enfermeros, los que cuidan de sus pacientes, los que son considerados y amables, los que no tratan a los enfermos como ganado, los que no hablan como autómatas y los que no van gritando a señoras con bastón y madres que luchan con sus hijos, hartos de esperar y aburridos: ¡Hagan la cola a este lado, por seguridad despejen el pasillo (por cierto, minúsculo).

Y yo pensé: por seguridad apártate de mi vista porque te voy a decir tres cosas bien dichas… ¿que me aparte del pasillo? ¿Y donde me meto? ¿Me pliego hasta que tú me llames? ¿Desmonto a mi hijo y me lo guardo en el bolso…? por seguridad te daba yo a ti pal’pelo, bo-ni-ta.

Que sí, que supongo que hay mucho paciente coñazo, que tiene que ser tedioso contestar una y otra vez las mismas preguntas, que la gente se ponen muy nerviosa en las colas en general, y en la del médico en particular, pero si yo hiciese mi trabajo con tanta desgana, con tan poco mimo, me iba a otra cola a la que ponerme nerviosa, a la del paro.

Espero que si alguno o alguna de los que sí deben darse por aludidos leen esto, se replanteen su forma de trabajar y, pensando en Ryan, supliquemos a los dioses que los otro dioses de bata blanca pongan sus mentes y sus almas en sus pacientes.

Ryan, in memorian

miércoles, 1 de julio de 2009

¡Quiero un mundo mejor para mi niño!


Quiero igualdad.

Quiero respeto.

Quiero amor.

Quiero compromiso.

Quiero libertad.

Quiero que mi hijo viva en un mundo mejor, para que sea mejor persona y para que pueda disfrutar de una vida feliz.

Esta campaña ayuda a conseguir todo esto: http://www.facebook.com/tiendaamnistiainternacionalespana

miércoles, 24 de junio de 2009

La mala leche, el deporte y la creatividad

La mala leche y el deporte me ponen creativa. Mi último post lo ha inspirado un maldito comercial, de esos que van a puerta fría y te venden hasta a su madre si los dejas. Vivimos en una corrala y, será por lo castizo del tema, pero los comerciales van a voz en grito anunciando sus productos: - el gas, señora, la compañía del gas – o en este caso ha sido "el teléfono", así "el teléfono", no el nombre de una compañía de telefonía, ni un servicio en concreto, no, simplemente un engañoso "el teléfono".

Oigo el telefonillo, un pitido seco y profundo, largo y desagradable, justo cuando mi niño está cerrando sus ojillos, enganchado a mi teta… y pienso, me-cago-en-la-madre-que-lo-parió; pido perdón a la pobre madre del muchacho, que seguro que le recomendó que estudiara una profesión, una carrera, para que no acabara de comercial a puerta fría, pero el niño no quiso y, míralo, de comercial a puerta fría…


Y lo oigo vociferar… y yo sigo maldiciendo todo lo que se me pasa por la mente. Mi niño, mientras tanto, sigue mamando, ya un poco más despierto.

Entonces llega mi novio y, para que conste, también es comercial – con esto demuestro que no es animadversión gratuita hacia los comerciales - pero él tiene su carrera y su listado de clientes debajo del brazo. A mi niño lo de dormir ya se le había olvidado y cuando ve a su papi se abraza a él.

Para entonces, yo ya estoy de mala leche (empiezan a llegarme las musas).. y oigo unos pasos y un pitido en el timbre – dice Laura Gutman que cuando eres madre oyes los sonidos multiplicados y que el ring del teléfono sube varios decibelios en tu mente, sobre todo si tu niño está dormido -.

Mi niño no estaba dormido, pero yo ya estaba atómica, y cuando veo asomar un hocico por mi ventana gritando "el teléfono, señora"… entonces no respondo de mí, y le digo: -¡vete! ¡fuera! Y me contesta el pollo – si estoy fuera.

Que me vacilen vale, pero dentro de mi casa, invadiendo mi intimidad, me parecía fuerte -hace unos días no sé si fue el del teléfono, la luz o Avón que llamaba a mi puerta, pero se asomaron 3 comerciales mientras yo daba el pecho a mi niño en el sofá y, con mi teta al aire, les tuve que invitar a que se fueran, y todavía pretendían que les abriera la puerta.

La situación ya me estaba encendiendo la mecha del cabreo supremo, pero cuando escuché la técnica comercial más usada en los últimos tiempos, la cosa se puso sería. El pollo va y me dice: -vale, pero si no me abre le van a cortar el teléfono. - ¿Qué que? ¿qué tú me vas a cortar a mi qué?

Abro la puerta, salgo y "sinvergüenza", "estafador", "que me has despertado al niño" (inexacto, pero me permití la licencia), "vete de aquí" fueron algunas de las palabras que pronuncié.

¿Y qué tiene que ver la inspiración y el deporte? Pues que mi niño está dormido, su padre viendo el fútbol y yo con las pilas puestas y algo de tiempo para poner a parir (que término más mal usado en un blog de maternidad) al pollo que no quiso estudiar.

 

lunes, 15 de junio de 2009

Una pieza de Lego

De pronto me di cuenta de que mi niño se estaba atragantando con una pieza de Lego. Le metí el dedo en su pequeña boca y le saqué una pieza amarilla. Pensé ¿las piezas de Lego son tan pequeñas? Esta pieza era de un sólo módulo, más pequeña de lo que yo recordaba… Volví a introducirle el dedo en la boca y ahora sacaba una pieza blanca, esta vez me había costado mucho más introducirle el dedo. Parecía que la boca de mi niño era cada vez más diminuta.

El tiempo se paraba y, de repente, volvía a ver como yo misma sacaba primero la pieza amarilla y luego la blanca.

Mi niño clavaba sus ojillos sobre los míos, pidiéndome ayuda, como aquella vez que vomitó y sentía que se atragantaba. Pensé que aún le quedaba otra pieza en la boca, opté por darle un fuerte golpe en la espalda. Estaba convencida de que, con lo burra que puedo llegar a ser, la pieza iba a salir, sí o sí. Pero entonces, al tocar su espalda para localizar el sitio justo donde golpearle, noté como la pieza, del mismo tamaño que las anteriores, sobresalía en su piel. Entonces me escuché a mi misma decir: Ay mamá! Como una niña pequeña que reclama a su madre para que la saque de ese gran lío…

Entonces me desperté y al darme la vuelta en la cama, sentí que mi niño estaba ardiendo de fiebre…

jueves, 4 de junio de 2009

Antes de yo somos nosotros

"Yo, tú, él. El hecho de que estos pronombres mantengan ese orden de conjugación verbal podría inducirnos a pensar que primero se inventó el yo, después el tú y más tarde el él". Así comienza el artículo del pasado viernes de El País, del siempre magnifico Juan José Millás. Continúa hablando de que es más lógico pensar que primero nos dimos cuenta de el él, en contraposición del tú y el yo. "En la constelación familiar clásica – continúa Millás - el padre ocupa el centro, es él; la madre, tú y el hijo, yo. Si no fuera por el padre (él), la madre y el hijo (tú y yo) apenas se diferenciarían."

Y ahí entra otra preciosa frase, que creo que es del Dr. Carlos González (aunque no he sido capaz de encontrar la cita en los libros que he leído): "Antes de yo, somos nosotros".

Mi niño está dejando de ser nosotros para ser yo, su propio yo. Y lejos de sentirme desplazada me siento más cerca de él. Ahora él es consciente de que yo soy otra persona distinta a él y me reclama, me mira, me imita, me sonríe… Al notar que somos dos personas disferentes, necesita saber que voy a estar ahí, necesita saber que no me voy, quiere estar cerca de mi, reclama mis brazos y mis besos.

Y ahora es él quien aprende a darme besos… a mí y a su papá, al que quiere con locura y quien siendo él, o tú o nosotros es el mejor padre del mundo, y su niño lo sabe.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Madres: total confort para el bebé

Mi niño tiene bronquiolitis, el mal de moda de los niños del siglo XXI. Sí tu niño no ha tenido bronquiolitis no es nadie en la guardería… lo siento, pero tenías que saberlo.

Yo nunca había oído hablar de esta enfermedad. Ni yo, ni mis hermanos, sufrimos este mal y, sin embargo, madre con la que hablo, madre que domina el ventolin, el pulmicor y demás remedios. Supongo que en "mis tiempos" era un simple: "tiene el pecho cogido…".

El caso es que por las noches, a mi niño le cuesta respirar. La pediatra nos ha recomendado que le subamos un poco el colchón de la cuna, para que esté un poco reclinado. Intentamos con un cojín debajo del colchón, pero quedaba muy alto. Pusimos unas toallas, pero el niño acaba escurriéndose hasta la zona que no está elevada y es como si no hubiésemos hecho nada… El único sitio en el que mi niño está a gusto es sobre mi pecho. Mi equipamiento de serie me permite regular su temperatura, mecer su cuerpecillo a un suave ritmo perfecto para amodorrarse a placer, conseguir el grado exacto de reclinación que le permite respirar mejor, medir su nivel de saturación de oxígeno en sangre, conocer hasta la última décima de fiebre que tiene…

El confort que ofrece una madre es inigualable… todo a un precio muy razonable: una sonrisilla cuando se pone bueno.

 

sábado, 9 de mayo de 2009

¿Soy la madre que quiero ser?

En esto de la maternidad, si hay una verdad absoluta es la siguiente: cuando has aprendido algo, prepárate, porque lo siguiente que deberás saber será mucho más difícil.

A medida que mi niño se hace mayor, las preguntas que me hago son más complejas. Ahora la duda ya no es si lo abrigo demasiado o si se quedará con hambre. Ahora las cuestiones son ¿lo mimo mucho? ¿soy capaz de enseñarle las cosas que necesita saber? ¿estimulo suficiente y adecuadamente su intelecto?

Mi niño sólo tiene 9 meses, y esto se complica a cada segundo que pasa… no quiero imaginar el momento en que tenga 17 años y se vaya de "ruta del bacalao 2.0" (o más bien 123.0, que ya me estoy quedando antigua) y tenga que luchar con él para que comprenda que no puede volver a las 6 de la mañana…

Como diría mi madre, no adelantemos acontecimientos… pero me asusta pensar en la adolescencia de mi niño… sobre todo después de ver anoche en Cuatro un terrorífico (por sobrecogedor) programa llamado "Hermano Mayor", en el que una adolescente asilvestrada pegaba a su abuela, insultaba a su madre, robaba ropa como quien come pipas y las únicas palabras que acertaba a unir para crear una frase eran: Me-da-igual…

Y yo me pregunto, mamás del mundo que ahora estamos en el rollo del pañal, ¿dónde estaremos dentro de 15 años? ¿cómo serán nuestros niños? ¿lo habremos hecho bien?

¡Suerte a todas! Y hablamos en 15 años…

sábado, 2 de mayo de 2009

Soy la madre que quiero ser

Antes de saber que existía la palabra, yo ya practicaba el colecho. Mi niño me lo pidió el mismo día de su nacimiento y yo, instintivamente, lo metí en la cama del hospital conmigo, sin el consentimiento de familiares, amigos, enfermeras y los que pasaban.

Aquella noche puse a mi niño encima de mi pecho, sus piernecillas se quedaban mucho antes de mi ombligo, y sólo de esa forma se quedaba dormido. No pegué ojo ni esa noche ni la siguiente, me aterrorizaba tirarlo de la cama, aplastarlo o malcriarlo.

Las advertencias apocalípticas, que aún hoy me dedican con cariño los que me rodean, hicieron mella en mí, y cuando mi niño tenía alrededor de un mes, mi novio (que es muy concienzudo) y yo (que lo soy menos) nos tiramos como unos 3 ó 4 días, que me parecieron meses, sin dormir nada, y cuando digo nada, me refiero a nada. Metíamos al niño en su cuna, y se pasaba llorando horas y horas. Nos daban las 6, las 7 y las 8 de la mañana y mi niño no se dormía. Lo mecíamos en la cuna, lo tocábamos, lo besábamos, le cantábamos… siempre, como nos indicaban todos, sin cogerlo, y mi niño no quería estar allí.

¿Será el colchón? ¿Será que la cuna es demasiado grande? ¿Será que tiene calor? No, es frío. ¿Será que tiene miedo? ¿Será..? y era que quería que su madre lo cogiera, que lo abrazara, sentir mi calorcillo, mi respiración, mis brazos, mi corazón latiendo junto al suyo…

Hoy, mi niño duerme la primera mitad de la noche en su cuna (lo acosamos a las 8 y suele despertarse sobre las 12 ó 1), y la segunda con nosotros. Nos sé a cual de los dos le gusta más dormir juntos, pero ahora, que sus piernecillas llegan ya hasta mis muslos, mi niño sigue disfrutando del calor de sus padres.

Mi instinto no me deja hacer otra cosa y gracias a mis lecturas y a una red de madres blogueras que cuentan sus experiencias en la red (para las que estoy preparado un pequeño regalo, ya os contaré…) practico el colecho con convencimiento y sin remordimiento.

Todavía escucho reproches como: y qué, ¿vas a tener durmiendo al niño contigo hasta que tenga 18 años? Yo trato de explicar que no, que el sueño es un proceso y lo antinatural es separar a un bebé el mismo día en el que nace de la piel de su madre… pero que nadie se ofenda, y que cada uno haga lo que quiera, yo quiero ser la madre que soy, lo he elegido así y estoy contenta.

domingo, 19 de abril de 2009

El parto (futuras parturientas absenerse de leerlo)

El precioso anuncio de FLEX, creado por los audaces Sra. Rushmore, ha generado una cascada de comentarios en blogs sobre maternidad. El debate sobre parir en casa, en el agua, con epidural o sin ella, parece uno de los más controvertidos dentro del submundo de las madres blogueras… como siempre mi opinión es que esa, como otras, es una decisión muy personal y cada uno en su casa (nunca mejor dicho) que haga lo que quiera.

El concepto de parir en casa me parece muy bonito, pero yo soy demasiado miedosa para hacerlo. Tiendo a medir mucho los riesgos y siempre evalúo los escenarios posibles y, pariendo, son muchos los imprevistos que pueden surgir. Pero sobre todo, no parirían nunca en casa porque tendría que hacerlo "a pelo"… y eso es demasiado para mi… como ya dije en otro post “la epidural es Dios venido a la tierra” y yo, que soy atea, no voy a contradecir a siglos de tradición cristiana.

Mi parto fue una mala experiencia… lo primero que le dije a la ginecóloga cuando todo había acabado fue: - A mí esto no se me va a olvidar, eh? Y ella me contestó: - en dos años te veo aquí otra vez… La verdad es que seguramente llevará razón, pero el parto no fue, ni de lejos, el momento más mágico de mi vida.

La cosa fue larga, y tras una vergonzosa visita fallida al hospital, con un decidido “estoy de parto” (que implicaba un “esto-es-una-urgencia-dejen-todo-lo-que-estén-haciéndo-por-dios-atiendame-que-voy-a-parir-aquí-mismo), y volvernos a casa con un: “hasta que no te dobles de dolor no vuelvas”… llegaron dos largos días, con sus noches, de contracciones ininterrumpidas.

Pues sí, efectivamente me doblé de dolor y las palabras de la matrona más que una indicación médica sonaron como una maldición divina: (léase con voz profunda, por favor) “parirás con dolor…” ¡y qué dolor!

Y cuando ya nos decidimos a ir al hospital nos dimos varias vueltas en el coche (los dos asustados, acojonados más bien, pensando en que nos iban a decir otra vez que nos volviéramos a casa). Afortunadamente, ya estaba de cuatro centímetros y a partir de ahí todo fue más rápido, o más bien mi percepción del tiempo cambió, porque aún tardaría 9 horas en parir, pero yo sentía que el tiempo pasaba mucho más rápido de lo que lo había hecho en los últimos dos largos, pesados y dolorosos días.

Nunca pensé que las contracciones me iban a doler tanto… siempre había creído que yo era una persona fuerte (quejica, pero fuerte)… pero mi umbral del dolor no debe ser muy alto porque, os lo juro, creía que me moría en cada contracción.

Cuando por fin llegó la anestesista, entró en la habitación un ángel alado, rodeada por un halo de luz resplandeciente, armada con su espada mágica antidolor. Ese ser divino venía directamente del quirófano con gorro, con bata y mascarilla (y sólo le veía sus preciosos ojos azules), le supliqué, le rogué, e incluso hice el amago de ponerme de rodillas, que me pusiera la epidural como fuera (tenía todas las papeletas para que no me la pusieran, porque llevo un precioso tatuaje en la espalda, del que no puedo estar más arrepentida, porque por su ubicación hace muy difícil que te pongan ese tipo de anestesia). La anestesista me tuvo que ver tal cara de desesperación que me dijo que iba a ser muy complicado, pero que lo iba a intentar, y se puso manos a la obra.

Todo aquello parecía una película y solo faltó una buena banda sonora de momento de máxima tensión y dramatismo, cuando la anestesista me cogió la cara, me miró fijamente a los ojos y me espetó un: “ahora no te muevas, te duela lo que te duela no te muevas porque es muy peligroso” - abriendo un sobrecito verde lleno de agujas continuó diciendo – “esto puede tocarte a ti pero tú no lo puedes tocar, no mires las agujas y quédate quieta” y yo susurré con un hilo de voz: “¿y si me da una contracción?”. Un largo silencio me hizo entender un contundente: “te jodes”.

Pero la epidural hizo el milagro y dejé de sentir dolor…ufffff… después de 3 largos días, por fin no me dolía. En ese momento empezaron a haber problemas, pero afortunadamente yo no lo supe hasta que no pasó el peligro. Las pulsaciones de mi niño estaban bajando. Me pusieron oxígeno, lo que me extrañó pero a la vez me dio un colocón, que evitó que me preocupara. También me parecía raro que en la sala de dilatación estuvieran conmigo una auxiliar, dos matronas y la ginecóloga… y venga darme palique… y pensé: -qué graciosa debo de estar esta noche para tener aquí tanto público escuchándome hablar sobre la feria de Málaga.

El caso es que intuía que algo iba mal, pero no quería ni saberlo, y por primera vez en mi vida, me quedé calladita.

En todo este proceso había estado sola. Mi novio estaba fuera y cuando entró le dijeron que me ayudara a empujar, que fuese haciendo pujos cada no sé cuantos minutos… yo no tenía ninguna gana, sentía ausencia, no era cansancio, era sentir que aquello no me estaba pasando a mi, que era una película y que no me jugaba nada, que aquella situación no era importante. Supongo que ese sentimiento no era más que un mecanismo de defensa frente al pánico.

Pasaban las horas y aunque dilataba mi niño no bajaba…

La matrona venía de tanto en tanto e intentábamos el pujo, pero nada. En unas de esas visitas nos dijo: - esto ya no tiene sentido, vamos al paritorio… tenía miedo pero quería que eso acabara ya.

Cuando fui capaz de subirme desde la camilla hasta el trono ese en el que te ponen para parir, con las piernas totalmente dormidas, y menos fuerza que un “muelle de guita” (guita = cuerda, por si hay alguien que no lo entienda), os podéis imaginar el espectáculo, todo fue más o menos rápido.

Entró mi novio, empujé tres tandas de tres pujos, el niño no quería salir. La ginecóloga me dijo que tenía que usar una ventosa, volví a empujar y, tras quedarme a medias con el niño, la ventosa y la mano de la matrona a medio camino (lo diré así para no ser demasiado bestia), salió mi niño… con la cabeza como un pepino… me lo pusieron encima, estaba muy calentito (y eso fue la célebre frase que pronuncié cuando me dieron a mi niño: -¡Qué calentito está! - no será memorable, no). Luego se lo llevaron a hacerle las pruebas y yo sólo preguntaba: ¿Es chico? Y me decía la pediatra –Sí, claro… y yo insistía – ¿es chico? Y la pediatra me volvía a insistir – sí, claro… hasta que entendí que estaba teniendo un problema de traducción simultánea madrileño-malagueño – No, me refiero a que si es pequeño – No, no está bien: 3 kilos y 50 cm (y no paraban de decirme que el feto era pequeño).

Me llamaréis exagerada, pero la experiencia fue traumática. Aún hoy en día, 8 meses después, recuerdo una y otra vez los detalles del momento y lo paso mal. Pero prefiero tomármelo con humor, como cuando me cosían (que también me dolió) y no paraba de decir chorradas, un mano a mano tremendo con mi novio, que nos supuso el premio a los más graciosos de la madrugada hospitalaria, y la enfermera que nos ayudó a llegar a la habitación nos premió con un: - da gusto ver que no pierdes el humor…

Y lo que vino después no fue mucho mejor… los días del hospital se mezclaron con sueño, visitas, más visitas, más sueño, mucho cansancio, muchos miedos y malos consejos, pero eso será otra historia que contar…

martes, 14 de abril de 2009

Las madres…

Leyendo el siempre interesante y divertido blog "Me crecen los enanos" me ha llegado la inspiración…

Siempre he pensado que una madre es lo más grande y, aunque aún casi no me lo creo, ahora la madre soy yo.


Si tengo suerte, y lo hago medianamente bien, mi hijo sentirá por mí lo que yo siento por mi madre… no es sólo amor incondicional, es sentir en ella mi casa, son esos brazos entre los que siempre te encuentras bien, son las manos que curan mis heridas.

Cuando las madres luchan por sus hijos, las admiro hasta el extremo. Las madres que pelean por sus niños hacen que este mundo sea mejor, mientras existan las madres todos estaremos a salvo y seremos más felices.

Por favor, que nadie me desmonte mi teoría hablándome de las malas madres, que también las hay... pero el hecho no es ser o no ser madre (biológicamente hablando) el hecho es sentir como sienten las madres que luchan por sus hijos, para traer al mundo esas cosas buenas de las que hablo.


lunes, 30 de marzo de 2009

A mi niño le gusta…

A mi niño le gustan los globos deshinchados, las cajas vacías y los libros de animales. Disfruta quitándose los zapatos, calcetines fuera, y pies a la boca…

A mi niño le encanta escuchar a su madre cantar, volar con su padre.

Se ríe con las palmas, acaricia mis manos y observa mis anillos…

Oigo carcajadas, es mi niño que se ríe mirando la tele…

Le gustan las fotos, mirarse en los espejos, la música de su padre… Mi niño es feliz, ¿qué más puedo pedir?

martes, 17 de marzo de 2009

¡Cómo nos engañamos!

Y digo yo, por qué casi todo el mundo me pregunta (con cara de asombro y/o espanto) ¿cuándo le vas a dejar de dar la teta a tu hijo? Parece que está permitido dar la teta hasta los 4 ó 5 meses, pero más allá, es casi pecado.

Y digo yo, ¿no sigue necesitando el niño como medio litro de leche hasta los dos años y medio, pero no puede ser de vaca y tienes que darle esos polvitos, que saben a rayos, y cuestan a millón?

Y digo yo, ¿porqué pensamos que la leche de continuación, que no es más que leche de vaca deshidratada, desproteinizada o deshinchada (menos y peor que la de inicio) es mejor que la leche de una madre?

Y digo yo, ¿porqué parece que si mi hijo rechaza (con una cara de asco de campeonato) esa leche de bote y sólo quiere mi leche es que es un mal criado?

- No perdona, mi niño no es un mal criado, mi niño es muy listo, sólo quiere lo bueno (como su madre...), mi niño elige lo que le conviene...

¿¿¿Notáis que me han tocado la moral con el tema??? Pues sí, anda ya con los polvitos.. los polvitos pa' quien los quiera, pa’ las farmacéuticas que se hacen de oro con los polvitos, pero a mi niño, mientras le pueda dar de lo bueno, que se metan los polvitos por...

jueves, 5 de marzo de 2009

Mujeres por el día libre... y de la conciliación, qué?


¡Mujeres por el día libre... y de la conciliación, qué?, es una iniciativa de expressive que tiene como objetivo movilizar a la sociedad para reconocer el valor de la mujer en nuestros días.


lunes, 23 de febrero de 2009

Mis diez mandamientos

En sólo seis meses como madre he aprendido pocas cosas, pero quizás os interesen mis diez mandamientos:

1. La epidural es Dios venido a la tierra, y la amarás sobre todas las cosas.
2. No tomarás los llantos de tu niño en vano, si llora atiéndelo, tú y él os sentiréis mucho mejor.
3. Santificarás a tu pediatra y sólo a tu pediatra, no le hagas caso a todas las opiniones que oigas, te puedes volver loca.
4. Honrarás a tu padre, a tu madre y a toda tu familia si hace falta, pero el día que has parido, en el que no puedes ni con tu vida, cuanto más lejos mejor.
5. No matarás a tu suegra… a no ser que sea necesario.
6. No cometerás actos impuros sin protección, recuerda que aunque todavía no tengas el periodo puedes volver a quedarte embarazada y aún es pronto.
7. No robarás para darle de comer a tu hijo, dale teta y se simplifica el asunto.
8. No darás falso testimonio ni mentirás a tu pareja, reconoce que a veces no puedes con todo: pide ayuda.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros…no pierdas el tiempo pensando, ponte a ello porque tu hijo puede despertarse en cualquier momento.
10. No codiciarás los tipos ajenos, no desesperes poco a poco tu cuerpo vuelve a ser el que era.

domingo, 15 de febrero de 2009

Cuando mi niño me mira…

Mi niño lo mira todo, curioso…
a veces se ríe mirando las cosas, atento…

observa cada detalle, y toca todo lo que está a su alcance.

Y hay veces, cuando me mira a mí, que me pregunto qué estará pensando.
Me sonríe tierno… me toca la cara, suave…
En ocasiones me da vergüenza mantener mi mirada en sus pequeños ojos, intenso…

Cuando me mira mi niño, cuando me mira mi niño…
Me gustaría saber lo que piensa para recordárselo cuando tenga quince años y me diga: mamá, me estás rayando…

martes, 27 de enero de 2009

Miedo...

Hoy he oído en la tele las declaraciones de una reciente madre que afirmaba algo interesante: "Ahora tengo miedo". Quizás esa frase, nacida del intelecto de una persona que, a simple vista, no se consideraría una gran pensadora, me ha hecho recapacitar sobre el asunto del miedo.

Personalmente, antes que amor, sentí por mi hijo miedo. Miedo de que no estuviera bien, miedo al cogerlo, miedo de no saber, miedo de fracasar, miedo de no convertirme en esa madre que siempre quise ser…


Nunca antes había pensado que el miedo forma parte de la experiencia vital de la maternidad, porque ahora dejas de controlar lo que antes dominabas gracias al paso de los años: tu propia vida. Antes, lo que te pasara a ti casi siempre tenia remedio y, sino tú podías con ello, porque las mujeres solemos ser fuertes para sobrellevar los baches del camino. Pero ahora lo que te ocurre ya casi no tiene importancia, porque lo que temes no es lo que le pasa a tu hijo, sino la lista infinita de cosas que le podrían ocurrir.

Y el miedo te va socavando, cada día un poquito. Te preocupa que enferme, te inquieta darle una buena educación, te angustian las noticias sobrecogedoras que oyes en cada telediario, te obsesiona la crisis y el precio de los pañales…

En definitiva el miedo que antes podías sobrellevar, porque tú eras fuerte, porque nada podía contigo, porque tus espaldas eran anchas para tirar adelante, ahora te mina y te hace decir algo que antes nunca habías pensado: "Ahora tengo miedo".

domingo, 18 de enero de 2009

Carta abierta al Dr. Carlos González

Estimado Sr. González,
Para mí la maternidad está siendo una constante lucha entre lo que está establecido que se debe hacer con los hijos y lo que yo siento que tengo que hacer. Por supuesto (y si me conociese entendería por qué lo de "por supuesto"), he hecho lo que mis vísceras me han mandado, y por ahora no puedo decir que me haya ido mal.


Sus libros han respaldado muchos de mis impulsos y me han permitido no sentirme culpable, por lo que sé, un sentimiento muy común entre las madres.

Yo le agradezco mucho cada una de las palabras de sus libros, pero estoy segura de que mi hijo se lo agradece más, porque toma leche materna cuando quiere, y sin que nadie lo fuerce, se duerme con los arrullos de su madre, sabe que en cuanto me necesite yo iré a ver qué le pasa y duerme plácidamente en nuestra cama todas las noches.

Pero le pediría que siguiera escribiendo, porque a pesar de lo convencida que estoy de lo que hago, aún siento cierta vergüenza al hablar con mis amigas y no poder afirmar que dejo a mi hijo llorar en intervalos de 3 minutos, que no le permito que duerma en el cochecito cuando estamos de paseo y que he fabricado un reloj que he puesto en su cuna para indicarle que los domingos no debe hacer ruido hasta las 10 de la mañana.

Y para acabar una última confesión, mi hijo no le teme al hombre del saco, sino a un tal Dr. Estivill que pretende hacerle la vida mucho más difícil a las madres y los hijos del siglo XXI.

Un saludo cordial,

viernes, 16 de enero de 2009

Y ahora la madre soy yo...

Desde hace unos meses me pregunto por que existen tantas canciones de amor (romántico) y tan pocas dedicadas a los hijos, cuando siempre he oído que el amor filial es el más grande que se puede sentir.

También desde hace algunos meses he comprendido que el amor que se siente hacia los hijos es inmenso, pero que las madres estamos muy ocupadas para componer.


Supongo entonces que las madres también estamos demasiado ocupadas para escribir blogs... pero son tantas las ideas que se vienen a mi cabeza mientras me saco la leche en el baño de mi oficina, que creo que deberían servir para algo. Por eso me he planteado escribir este cuaderno de bitácoras maternal, para compartir con quien pasee por la red lo que está significando para mí el hecho de tener un hijo. Si uno de esos transeúntes es una madre con las mismas preocupaciones que yo, quizás le sirvan mis experiencias para comprender algo que yo he aprendido hace poco: todo pasa…

Pasan las dudas, pasan los nervios, pasa el cansancio y pasan incluso las visitas de la familia.