jueves, 24 de febrero de 2011

El club de las madres felices

Ya ha nacido (¡por fin!) un club para vivir la maternidad feliz, para compartir experiencias desde la felicidad de ser madres, para unir y sumar, para compartir y no juzgar. Hoy ve la luz El club de las madres felices.

 

Este era el proyecto del que os he hablado en alguna ocasión y del que nunca os he podido desvelar más que un: “hasta aquí puedo leer”. Con esto se cierra un precioso círculo que empezó a perfilarse el día en el que me quedé embarazada y que culmina hoy con la materialización de una idea en mi ámbito profesional, pero que nació de lo más íntimo de mí: el inmenso amor que siento hacia mi hijo. Ese hecho ha ido inundando cada espacio de mi vida, desde lo más personal y cercano, hasta mis aficiones (mi blog) o mi trabajo. De esta forma, hoy disfruto del placer de la maternidad desde muchos otros ángulos, que trascienden al ser madre y, me gusta pensar, que esto me ayuda a ejercer una maternidad muy consciente y extra disfrutada.

Como en los Oscars, quiero agradecer la oportunidad que Suavinex nos ha dado, a mí personalmente y a la empresa en la que trabajo, y como las novias, llevaré algo usado, algo azul y algo nuevo para que las suerte nos acompañe.

¡Únete al club de las madres felices y disfruta de tu maternidad!

sábado, 5 de febrero de 2011

Capitalismo, lactancia y otros refrescos



La culpa de todo la tiene el capital y, en concreto, la Coca-Cola. 28 meses de lactancia interrumpidos por mi adicción a la chispa de la vida. Los remordimientos me comían una de tantas noches en la que no podía dormir a mi niño y decidí que aquello se había acabado. Ni pensar quería que mi mala combinación de teta y cafeína pudieran ser el origen del mal sueño de mi niño.

Pues ahora que he comprado que lo del sueño de mi niño no tiene nada que ver con la teta casi, casi, casi me arrepiento de habérsela quitado. Él aún la pide, unas veces con más insistencia y otras con menos, pero la echa de menos tanto como yo echo de menos tenerlo acurrucado al calor de mi pecho – se sigue acurrucando, claro, pero ya no es igual.
 
Bueno, si somos serios, existían otros factores que colaboraron en mi decisión - unilateral por completo - pero todos eran egoístas, lo reconozco. En mi descarga he de decir que al igual que decidí una lactancia prolongada con las entrañas, fueron esas mismas vísceras las que me empujaron a tomar la decisión de quitársela... y de esto hace algo más de un mes. Aunque en este tiempo, alguna vez que otra no me he resistido a sus peticiones, entiendo que ahí ya no hay nada, y mi pobre niño disimula diciendo que sí hay leche, para que no se la quite...

En fin, ya no hay vuelta atrás... ha sido bonito mientras duro...