miércoles, 24 de junio de 2009

La mala leche, el deporte y la creatividad

La mala leche y el deporte me ponen creativa. Mi último post lo ha inspirado un maldito comercial, de esos que van a puerta fría y te venden hasta a su madre si los dejas. Vivimos en una corrala y, será por lo castizo del tema, pero los comerciales van a voz en grito anunciando sus productos: - el gas, señora, la compañía del gas – o en este caso ha sido "el teléfono", así "el teléfono", no el nombre de una compañía de telefonía, ni un servicio en concreto, no, simplemente un engañoso "el teléfono".

Oigo el telefonillo, un pitido seco y profundo, largo y desagradable, justo cuando mi niño está cerrando sus ojillos, enganchado a mi teta… y pienso, me-cago-en-la-madre-que-lo-parió; pido perdón a la pobre madre del muchacho, que seguro que le recomendó que estudiara una profesión, una carrera, para que no acabara de comercial a puerta fría, pero el niño no quiso y, míralo, de comercial a puerta fría…


Y lo oigo vociferar… y yo sigo maldiciendo todo lo que se me pasa por la mente. Mi niño, mientras tanto, sigue mamando, ya un poco más despierto.

Entonces llega mi novio y, para que conste, también es comercial – con esto demuestro que no es animadversión gratuita hacia los comerciales - pero él tiene su carrera y su listado de clientes debajo del brazo. A mi niño lo de dormir ya se le había olvidado y cuando ve a su papi se abraza a él.

Para entonces, yo ya estoy de mala leche (empiezan a llegarme las musas).. y oigo unos pasos y un pitido en el timbre – dice Laura Gutman que cuando eres madre oyes los sonidos multiplicados y que el ring del teléfono sube varios decibelios en tu mente, sobre todo si tu niño está dormido -.

Mi niño no estaba dormido, pero yo ya estaba atómica, y cuando veo asomar un hocico por mi ventana gritando "el teléfono, señora"… entonces no respondo de mí, y le digo: -¡vete! ¡fuera! Y me contesta el pollo – si estoy fuera.

Que me vacilen vale, pero dentro de mi casa, invadiendo mi intimidad, me parecía fuerte -hace unos días no sé si fue el del teléfono, la luz o Avón que llamaba a mi puerta, pero se asomaron 3 comerciales mientras yo daba el pecho a mi niño en el sofá y, con mi teta al aire, les tuve que invitar a que se fueran, y todavía pretendían que les abriera la puerta.

La situación ya me estaba encendiendo la mecha del cabreo supremo, pero cuando escuché la técnica comercial más usada en los últimos tiempos, la cosa se puso sería. El pollo va y me dice: -vale, pero si no me abre le van a cortar el teléfono. - ¿Qué que? ¿qué tú me vas a cortar a mi qué?

Abro la puerta, salgo y "sinvergüenza", "estafador", "que me has despertado al niño" (inexacto, pero me permití la licencia), "vete de aquí" fueron algunas de las palabras que pronuncié.

¿Y qué tiene que ver la inspiración y el deporte? Pues que mi niño está dormido, su padre viendo el fútbol y yo con las pilas puestas y algo de tiempo para poner a parir (que término más mal usado en un blog de maternidad) al pollo que no quiso estudiar.

 

lunes, 15 de junio de 2009

Una pieza de Lego

De pronto me di cuenta de que mi niño se estaba atragantando con una pieza de Lego. Le metí el dedo en su pequeña boca y le saqué una pieza amarilla. Pensé ¿las piezas de Lego son tan pequeñas? Esta pieza era de un sólo módulo, más pequeña de lo que yo recordaba… Volví a introducirle el dedo en la boca y ahora sacaba una pieza blanca, esta vez me había costado mucho más introducirle el dedo. Parecía que la boca de mi niño era cada vez más diminuta.

El tiempo se paraba y, de repente, volvía a ver como yo misma sacaba primero la pieza amarilla y luego la blanca.

Mi niño clavaba sus ojillos sobre los míos, pidiéndome ayuda, como aquella vez que vomitó y sentía que se atragantaba. Pensé que aún le quedaba otra pieza en la boca, opté por darle un fuerte golpe en la espalda. Estaba convencida de que, con lo burra que puedo llegar a ser, la pieza iba a salir, sí o sí. Pero entonces, al tocar su espalda para localizar el sitio justo donde golpearle, noté como la pieza, del mismo tamaño que las anteriores, sobresalía en su piel. Entonces me escuché a mi misma decir: Ay mamá! Como una niña pequeña que reclama a su madre para que la saque de ese gran lío…

Entonces me desperté y al darme la vuelta en la cama, sentí que mi niño estaba ardiendo de fiebre…

jueves, 4 de junio de 2009

Antes de yo somos nosotros

"Yo, tú, él. El hecho de que estos pronombres mantengan ese orden de conjugación verbal podría inducirnos a pensar que primero se inventó el yo, después el tú y más tarde el él". Así comienza el artículo del pasado viernes de El País, del siempre magnifico Juan José Millás. Continúa hablando de que es más lógico pensar que primero nos dimos cuenta de el él, en contraposición del tú y el yo. "En la constelación familiar clásica – continúa Millás - el padre ocupa el centro, es él; la madre, tú y el hijo, yo. Si no fuera por el padre (él), la madre y el hijo (tú y yo) apenas se diferenciarían."

Y ahí entra otra preciosa frase, que creo que es del Dr. Carlos González (aunque no he sido capaz de encontrar la cita en los libros que he leído): "Antes de yo, somos nosotros".

Mi niño está dejando de ser nosotros para ser yo, su propio yo. Y lejos de sentirme desplazada me siento más cerca de él. Ahora él es consciente de que yo soy otra persona distinta a él y me reclama, me mira, me imita, me sonríe… Al notar que somos dos personas disferentes, necesita saber que voy a estar ahí, necesita saber que no me voy, quiere estar cerca de mi, reclama mis brazos y mis besos.

Y ahora es él quien aprende a darme besos… a mí y a su papá, al que quiere con locura y quien siendo él, o tú o nosotros es el mejor padre del mundo, y su niño lo sabe.