lunes, 13 de octubre de 2014

La contramoda que está de moda

Cualquier elección en la vida implica renuncia. Si duermes no estás despierta, si haces deporte no descansas, si trabajas no estás en casa... pero renunciar no es siempre negativo: renuncio a estar triste, renuncio a doblegarme, renuncio a estar insatisfecha. 

La contramoda que está de moda es ligar la maternidad con la renuncia. Parece que lo que ahora se lleva es decir que quien es madre y, sobre todo, las que optamos por un tipo de maternidad ligada a los principios de la crianza con apego, no somos mujeres realizadas, somos mujeres abnegadas, que renuncian a ser mujeres completas.

Esa reflexión no me gusta, porque pone en cuestión los principios de mi vida, las elecciones que he tomado para llevar la vida que quiero: ser madre, criar a mis hijos de la forma que su padre y yo hemos acordado como la mejor y vivir la vida de la manera que mejor se ajusta a nuestra forma de ser como familia.

Los movimientos No-Mo son algunos de los que lideran estas reflexiones y, al igual que ellas no entienden por qué yo sí quiero tener hijos, yo no entiendo por qué ellas no quieren tenerlos, pero las respeto, me parece bien, que hagan con sus vidas lo que quieran, no las cuestiono, aunque no las entiendo. 

Lo que no comparto es la confrontación. Lo que no comparto es lo mío es mejor y lo tuyo peor, tú eres una egoísta por no tener hijos y yo soy una sumisa que me dejo llevar por las corrientes neomachistas que pretenden devolver a la casa a la mujer, alejándola del entorno laboral.

Yo no te conozco y quizás por eso no te entiendo, pero tú a mí tampoco, y quizás por eso no sepas que sigo trabajando, que estoy en primera línea laboral, que no he renunciado a nada (he elegido), que no soy una súper mujer (ni lo pretendo) y que seguramente vivo una maternidad privilegiada, porque no tengo que atenerme a horarios estrictos, porque puedo ir a todas las reuniones de los colegios de mis niños, porque si están malos me quedo en casa… y quizás, y solo quizás, está maternidad privilegiada es fruto de la gran suerte que he tenido de poder tener una formación, de mi trabajo y también de mis elecciones personales: podría estar dirigiendo algo que me retuviera hasta las 11 de la noche en una oficina y no lo hago, porque no quiero, no me apetece, no quiere vender mi vida al capital porque el capital me la sopla, las empresas me la soplan, el dinero me la sopla, y lo que quiero (lo que YO quiero, y no me dicta la sociedad) es vivir así.

Mi maternidad no es perfecta, la maternidad me ha arrasado y me ha vuelto a levantar y, como los amores, los desegaños y la propia vida, es dura, a veces es ingrata, pero ¿quién dijo que esto era fácil? ¿quién dijo que la vida era fácil? ¿quien dijo que sólo lo fácil es bueno?

Por supuesto, todo sería mejor si las mujeres estuviéramos más protegidas laboralmente, si hubieran más guarderías públicas, si tuviéramos más garantías… pero también todo sería mejor si todos dejáramos de plantear las cosas como una confrontación, como una carrera, como un debate en el que sólo puede haber un ganador.  

Realidades hay muchas, mujeres hay muchas, todas diferentes, con formas de vida diferentes, con opciones diferentes, es probable que no nos entendamos, pero ¿es necesario que siempre nos estemos juzgado?

martes, 3 de junio de 2014

El 99,9% de la población está a favor de la crianza con apego


Si te pregunto si estás de acuerdo con esta afirmación: “trata a los demás como te gustaría a tí que te tratasen”, seguro que respondes que sí. Y seguro que convienes conmigo que este concepto es una de la bases de la educación y un valor importante para la convivencia entre personas. Podríamos decir incluso que se trata de un axioma, una afirmación incuestionable para cualquiera que quiera educar a sus hijos en el respeto a los demás.

Por ello, estoy segura de que también dirás que sí a las siguientes afirmaciones:
  • Si estás triste y lloras ¿quieres ser consolado?
  • Si estás enfadado ¿quieres comprensión y besos?
  • Si existe un alimento recomendado por la máxima autoridad sanitaria del mundo, que aporta todos los nutrientes que necesitas y, además, te aporta satisfacción emocional, ¿lo querrías para ti?
  • Si algo te atemoriza por la noche ¿te gustaría abrazar a la persona que más quieres?
  • Si tuvieras carencias en tus capacidades de comunicación ¿querrías estar permanentemente atendido?
  • Si te sientes indefenso ¿querrías estar protegido en los brazos de alguien a quien quieres?
  • Si tienes hambre ¿querrías comer, independientemente de si toca o no?
Ergo… estás a favor de la crianza con apego. ¡Lo sabía! 

Porque si todo esto lo quieres para ti, también lo quieres para tus hijos y ésto son los principios básicos de la crianza con apego
¡Demostrado! mi teoría es infalible como el Papa… ahora solo queda que sea inviolable, como el Rey (Felipe VI, claro)

jueves, 29 de mayo de 2014

¿Machista yo? tu-ru-rú




Será porque me acerco a los 40 -y como he oído decir a mis amigas Ileana Medina y Mama sin complejos - las mujeres estamos más seguras y esplendorosas que nunca, pero me siendo en paz conmigo misma, con la forma en la que vivo y como crio a mis niños.

Parece que en los últimos días se ha reavivado la polémica sobre la crianza con apego y su relación con el machismo, se comenta que es una moda y que “el capital” arrastras a las madres a dejar de trabajar para convertirnos en madres cocinitas que hacemos cupcakes y porteamos a nuestros hijos. 

Yo me pregunto si una simple moda puede llevar a las familias a decidir la forma de criar a sus hijos,  que en mi opinión, como en la política, es algo que se decide con las entrañas. Uno no es de derechas o de izquierdas según una moda, uno tiene convicciones adquiridas con la cuna, la educación y la experiencia personal que te hacen sentir cuál es tu ideología… la elección del partido ya es otra cosa, pero tu esencia ideológica no se cambia con las modas.

Esto mismo pienso sobre la crianza y la educación de tus hijos. Tu idiosincrasia, tu personalidad, tu temperamento, tu manera de vivir la vida, e incluso tus miedos e inseguridades, marcan la forma en la que criarás a tus hijos, casi podría decir que no es una elección personal, sino que está predeterminada por tu bagaje personal. (Por cierto, me doy cuenta de que es un pensamiento muy Gutman, la verdad). 

Yo nunca seré una madre perfecta, entendiendo como perfecta, esa madre que planifica los menús de sus hijos, con dietas equilibradas altas en verduras y frutas, con horarios establecidos, horas de sueño programadas y rutinas rigurosas. Mi familia y yo somos más del caos, de la improvisación, porque así vivimos y así somos y, aunque es algo de lo que no me siento especialmente orgullosa, me siento en paz, asumo que así es mi vida y así soy yo… y ¿sabéis lo mejor? Soy feliz, sin remordimientos.

Frente al párrafo anterior que venga quien sea a decirme que mi forma de crianza, que entiendo que se adscribe a la crianza con apego, es machista o es una moda. Lo siento, pero en un alarde de soberbia, afirmo que me da exactamente igual, que esta soy yo y esta es mi manera de vivir. 

Y no sé con qué madres se relacionan las personas que piensan que el apego es una moda machista pero, desde luego, las mejores madres que conozco, las mujeres más poderosas, fuertes y divinas que conozco practican el apego (algunas, incluso, sin saber el nombre de la crianza que practican) y no son precisamente mujeres sumisas y abnegadas. 

Desde que leí este artículo, que me ha hecho reflexionar y sacar este blog de su estado catatónico - lo que agradezco al autor– me viene a la mente esas madres empoderadas gritando su poderío a la cara de cualquier que venga a decirles que somos machistas. 

Como se dice entre “machos”, esto a la cara no me lo dices…  con todo mi cariño, ¿eh?