martes, 21 de diciembre de 2010

Las cosas de mi niño Vol. 3



Mi hijo ya empieza a pedir autonomía para casi todo: “Yo solo, yo solo” es su grito de guerra. Hace pocos días le expliqué como desvestirse y vestirse solo y lo hizo bastante bien (esto es una madre orgullosa).

Esta es una conversación real con mi niño:

- Vamos a cambiarnos para ir al cole.
- Mami, yo solo, yo solo...
- ¡¡¡Ah!!! claro, que tú ya sabes vestirte solo.
- Claro, soy un hombre.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Inglesina me hace una reina


Sí, soy una diva blogger-star... ¿y qué? Yo ya lo sospechaba, pero la marca Inglesina ha sido quien me lo ha acabado de confirmar :-) ¡Yeah!

Vivir las acciones de comunicación desde esta prespectiva, viendo la vida como una estrella de la red, es muy interesante, sobre todo estando acostumbrada a estar siempre al otro lado...

Y esa ha sido la experiencia que me ha permitido disfrutar Inglesina, que lanza en España su carrito de paseo Avio. He tenido el placer de que esta marca me regale su último modelo para probarlo y que os cuente qué opino de él. Me ha gustado mucho la total libertad que me han dado para hacerlo, ninguna directriz, ninguna consigna, sólo: - Toma el carro y cuenta qué te parece. Esto denota la confianza que tienen en el producto. Y no van desencaminados - por cierto se nota que es un producto imortante para la marca, con sólo mirar el despliegue que han hecho con su web, preciosa y muy completa.

Sinceramente me gusta mucho. Es un carrito ligero, fácil de plegar y muy cómodo de manejar, creo que las claves para ser un buen producto. Pero lo más, de lo más, es el reposa vasos que incluye para poner el agua del niño o la bebida de las divas blogueras: Diet Coke, claro.

Cuando recibimos el carrito estaba desmontado. Montarlo fue una odisea, pero no porque fuese complicado, sino porque mi novio y yo somos unos verdaderos negados para el montaje de lo que sea (Ikea es nuestro peor pesadilla). Cuando el carrito estuvo listo para usar, ya notamos la diferencia con el que nosotros tenemos (del que obviaré la marca porque sólo puedo echar pestes sobre él). Hasta a mi niño le gustó y al día siguiente clamaba: ¡Quiero ir a un paseo con el “cadito” nuevo! Y así lo hicimos.

Uno de los (muchos) problemas que tenía con mi otro carrito era subir los escalones de las aceras... la verdad es que con el nuevo modelo Avio, es una verdadera gozada. También me gusta la cesta con la que cuenta, para dejar las millones de cosas con las que tenemos que cargar los padres, amplia y de cómodo acceso.

Otros elementos destacables son la capota, de un material flexible que hace muy cómodo el esplegarla y plegarla. Además, una vez que la capota está totalmente abierta, cuenta con una segunda visera, que amplía la protección contra el sol o incluso la lluvia, ya que la capota es impermeable. Además Avio incluye un plástico para protección contra la lluvia, que es extremadamente fácil de poner y, sobre todo, se pliega en un pequeño rollito, que se deja en la cesta y no ocupa nada de espacio, teniéndolo siempre disponible para su uso cuando llega el mal tiempo.

También me encanta el sistema que tiene para reclinar el asiento, que con una sencilla pestaña permite inclinarlo cuanto desees sin dar “tirones”, es decir, que si el niño duerme, lo reclinas de forma muy suave, sin que se despierte – este era otro de los grandes problemas de mi ex-carrito.

Por sacarle una pega diría que su diseño tampoco es que sea super fashion, tampoco es feo, pero no es ultra moderno... pero, desde luego, en comodidad y fácil manejo creo que no hay muchos en el mercado comparables con este modelo de Inglesina.

En resumen, que Avio nos ha aportado comodidad pero, además, ha devuelto a mi niño las ganas de montarse en el carrito, algo que ya casi era imposible. Será la novedad, pero mi niño está en cantado.

Gracias a Inglesina por pensar en mi blog para esta acción. ¡Ha sido un placer!

Otras mamás que han opinado sobre Avio de Inglesina:

Construyendo una familia
Nace una mamá
Yo madre

martes, 14 de diciembre de 2010

Las cosas de mi niño Vol. 2



Ya sólo le doy teta a mi niño por la noche e intuyo que ya no queda mucha leche. De hecho, si alguna tarde le doy un poquitín, cuando se va a dormir ya no sale casi nada.

Esta es una conversación real con mi niño:

- Hijo, ¿sale leche?
- No sale, no sale, mamá... sólo hay carne

sábado, 11 de diciembre de 2010

Soy como Carrie Bradshaw... ¿o no?



A veces, escribiendo este blog, me siento como Carrie Bradshaw... aunque, quizás, con algunas diferencias.

Así, yo, en vez de un armario lleno de preciosos y relucientes Manolos, tengo un niño...

Carrie se debatía entre asistir a una cena cool en el restaurante más chic de Manhattan o a la inauguración de la exposición del artista más trendy de la Gran Manzana, en cambio, mi mayor elección en los últimos tiempos ha sido entre salchichas o tortilla para cenar...

La Bradshaw vive de lujo de escribir una columna semanal en un diario local, sin embargo yo me “jarto” de currar para pagar al banco los intereses de mi hipoteca...
Pues entonces, ¿por qué me sentiré Carrie? ¡Ay! Qué daño hacen las series de TV y los personajes aspiracionales...

Total, que como dirían los inolvidables Martes y 13 en su sketch de Gabriel - ¡qué grande! - “es lo mismo... pero no es igual” - Joder, (¡uy! Perdón) si es que hasta la broma que haría Carrie sería otra...

Los pucheros y la educación


La educación es como un puchero, a todos nos gusta más el de casa. Cogemos la receta de nuestra madre o, en su defecto, de un libro o una amiga, y antes de hacer el guiso ya estás añadiendo mentalmente tus propios condimentos. El día que abres la olla para meter los ingredientes, aquello ya tiene poco que ver con el original... y quizás precisamente por eso te gusta más. El resultado es el puchero de tu madre, con alguna innovación de tu cosecha, salpimentado por tu pareja y sin zanahorias, porque a tu niño no le gustan. En definitiva: el plato perfecto para tu casa.

Hoy, un grupo de mamás blogueras (y un valiente Papá Lobo) hemos tenido el placer de ponernos cara en un evento al que nos ha invitado Una mamá(contra)corriente, de la mano de la revista Mía.

El acto ha estado “amenizado” por Super Nany y el primer asunto que hemos tratado ha sido, como no, las dos grandes corrientes de crianza, es decir, la primera en la frente – creo que ella no sabía que había entrado en un “nido de víboras” talibanas de la crianza con apego :-) - y, claro, hemos cuestionado sus métodos.

Luego hemos repasado otras cuestiones como la comida, el sueño, las rabietas o el control de esfínteres, vaya todos los clásicos, y en resumen puedo decir que ha estado interesante, ya que independientemente de la teoría con la que comulguemos, creo que todos los presentes disfrutamos con fruición una charla sobre maternidad.

En fin... más allá de que estemos de acuerdo con una filosofía u otra, de lo que me ha servido esta charla ha sido, sin duda, para darme cuenta de que el puchero, como en casa... en ningún sitio.

sábado, 4 de diciembre de 2010

El virus del mal


Mi niño se ha contagiado del virus del mal. Tras nuestra última visita a urgencias, un asqueroso y malísimo patógeno se ha instalado en su pequeño cuerpo y ha sido poseído por el mismísimo Belcebú. Las rabietas y los escupitajos son dos de las tres cosas que hace con más asiduidad.. porque también pide, con insistencia demoníaca, su alimento fetiche en éstos días: “choco”.

Su padre y yo hemos invocado a Carlos González, a Super Nany y hasta al malvado Estivill, pero este satánico virus es resistente y no hay forma de exorcizarlo...

¿Agua bendita? ¿Bob Esponja? ¿Aspitos? ¿Una sesión de Sálvame de Luxe? Estamos dispuestos a probar cualquier cosa...