domingo, 19 de abril de 2009

El parto (futuras parturientas absenerse de leerlo)

El precioso anuncio de FLEX, creado por los audaces Sra. Rushmore, ha generado una cascada de comentarios en blogs sobre maternidad. El debate sobre parir en casa, en el agua, con epidural o sin ella, parece uno de los más controvertidos dentro del submundo de las madres blogueras… como siempre mi opinión es que esa, como otras, es una decisión muy personal y cada uno en su casa (nunca mejor dicho) que haga lo que quiera.

El concepto de parir en casa me parece muy bonito, pero yo soy demasiado miedosa para hacerlo. Tiendo a medir mucho los riesgos y siempre evalúo los escenarios posibles y, pariendo, son muchos los imprevistos que pueden surgir. Pero sobre todo, no parirían nunca en casa porque tendría que hacerlo "a pelo"… y eso es demasiado para mi… como ya dije en otro post “la epidural es Dios venido a la tierra” y yo, que soy atea, no voy a contradecir a siglos de tradición cristiana.

Mi parto fue una mala experiencia… lo primero que le dije a la ginecóloga cuando todo había acabado fue: - A mí esto no se me va a olvidar, eh? Y ella me contestó: - en dos años te veo aquí otra vez… La verdad es que seguramente llevará razón, pero el parto no fue, ni de lejos, el momento más mágico de mi vida.

La cosa fue larga, y tras una vergonzosa visita fallida al hospital, con un decidido “estoy de parto” (que implicaba un “esto-es-una-urgencia-dejen-todo-lo-que-estén-haciéndo-por-dios-atiendame-que-voy-a-parir-aquí-mismo), y volvernos a casa con un: “hasta que no te dobles de dolor no vuelvas”… llegaron dos largos días, con sus noches, de contracciones ininterrumpidas.

Pues sí, efectivamente me doblé de dolor y las palabras de la matrona más que una indicación médica sonaron como una maldición divina: (léase con voz profunda, por favor) “parirás con dolor…” ¡y qué dolor!

Y cuando ya nos decidimos a ir al hospital nos dimos varias vueltas en el coche (los dos asustados, acojonados más bien, pensando en que nos iban a decir otra vez que nos volviéramos a casa). Afortunadamente, ya estaba de cuatro centímetros y a partir de ahí todo fue más rápido, o más bien mi percepción del tiempo cambió, porque aún tardaría 9 horas en parir, pero yo sentía que el tiempo pasaba mucho más rápido de lo que lo había hecho en los últimos dos largos, pesados y dolorosos días.

Nunca pensé que las contracciones me iban a doler tanto… siempre había creído que yo era una persona fuerte (quejica, pero fuerte)… pero mi umbral del dolor no debe ser muy alto porque, os lo juro, creía que me moría en cada contracción.

Cuando por fin llegó la anestesista, entró en la habitación un ángel alado, rodeada por un halo de luz resplandeciente, armada con su espada mágica antidolor. Ese ser divino venía directamente del quirófano con gorro, con bata y mascarilla (y sólo le veía sus preciosos ojos azules), le supliqué, le rogué, e incluso hice el amago de ponerme de rodillas, que me pusiera la epidural como fuera (tenía todas las papeletas para que no me la pusieran, porque llevo un precioso tatuaje en la espalda, del que no puedo estar más arrepentida, porque por su ubicación hace muy difícil que te pongan ese tipo de anestesia). La anestesista me tuvo que ver tal cara de desesperación que me dijo que iba a ser muy complicado, pero que lo iba a intentar, y se puso manos a la obra.

Todo aquello parecía una película y solo faltó una buena banda sonora de momento de máxima tensión y dramatismo, cuando la anestesista me cogió la cara, me miró fijamente a los ojos y me espetó un: “ahora no te muevas, te duela lo que te duela no te muevas porque es muy peligroso” - abriendo un sobrecito verde lleno de agujas continuó diciendo – “esto puede tocarte a ti pero tú no lo puedes tocar, no mires las agujas y quédate quieta” y yo susurré con un hilo de voz: “¿y si me da una contracción?”. Un largo silencio me hizo entender un contundente: “te jodes”.

Pero la epidural hizo el milagro y dejé de sentir dolor…ufffff… después de 3 largos días, por fin no me dolía. En ese momento empezaron a haber problemas, pero afortunadamente yo no lo supe hasta que no pasó el peligro. Las pulsaciones de mi niño estaban bajando. Me pusieron oxígeno, lo que me extrañó pero a la vez me dio un colocón, que evitó que me preocupara. También me parecía raro que en la sala de dilatación estuvieran conmigo una auxiliar, dos matronas y la ginecóloga… y venga darme palique… y pensé: -qué graciosa debo de estar esta noche para tener aquí tanto público escuchándome hablar sobre la feria de Málaga.

El caso es que intuía que algo iba mal, pero no quería ni saberlo, y por primera vez en mi vida, me quedé calladita.

En todo este proceso había estado sola. Mi novio estaba fuera y cuando entró le dijeron que me ayudara a empujar, que fuese haciendo pujos cada no sé cuantos minutos… yo no tenía ninguna gana, sentía ausencia, no era cansancio, era sentir que aquello no me estaba pasando a mi, que era una película y que no me jugaba nada, que aquella situación no era importante. Supongo que ese sentimiento no era más que un mecanismo de defensa frente al pánico.

Pasaban las horas y aunque dilataba mi niño no bajaba…

La matrona venía de tanto en tanto e intentábamos el pujo, pero nada. En unas de esas visitas nos dijo: - esto ya no tiene sentido, vamos al paritorio… tenía miedo pero quería que eso acabara ya.

Cuando fui capaz de subirme desde la camilla hasta el trono ese en el que te ponen para parir, con las piernas totalmente dormidas, y menos fuerza que un “muelle de guita” (guita = cuerda, por si hay alguien que no lo entienda), os podéis imaginar el espectáculo, todo fue más o menos rápido.

Entró mi novio, empujé tres tandas de tres pujos, el niño no quería salir. La ginecóloga me dijo que tenía que usar una ventosa, volví a empujar y, tras quedarme a medias con el niño, la ventosa y la mano de la matrona a medio camino (lo diré así para no ser demasiado bestia), salió mi niño… con la cabeza como un pepino… me lo pusieron encima, estaba muy calentito (y eso fue la célebre frase que pronuncié cuando me dieron a mi niño: -¡Qué calentito está! - no será memorable, no). Luego se lo llevaron a hacerle las pruebas y yo sólo preguntaba: ¿Es chico? Y me decía la pediatra –Sí, claro… y yo insistía – ¿es chico? Y la pediatra me volvía a insistir – sí, claro… hasta que entendí que estaba teniendo un problema de traducción simultánea madrileño-malagueño – No, me refiero a que si es pequeño – No, no está bien: 3 kilos y 50 cm (y no paraban de decirme que el feto era pequeño).

Me llamaréis exagerada, pero la experiencia fue traumática. Aún hoy en día, 8 meses después, recuerdo una y otra vez los detalles del momento y lo paso mal. Pero prefiero tomármelo con humor, como cuando me cosían (que también me dolió) y no paraba de decir chorradas, un mano a mano tremendo con mi novio, que nos supuso el premio a los más graciosos de la madrugada hospitalaria, y la enfermera que nos ayudó a llegar a la habitación nos premió con un: - da gusto ver que no pierdes el humor…

Y lo que vino después no fue mucho mejor… los días del hospital se mezclaron con sueño, visitas, más visitas, más sueño, mucho cansancio, muchos miedos y malos consejos, pero eso será otra historia que contar…

10 comentarios:

  1. Hola Mamá!
    Llegué aquí por casualidad, te escribo para felicitarte, escribes de una forma tan humana, irónica e inteligente que me ha cautivado.
    Yo también soy madre y tengo mi blog, te invito a pasar por ahí.
    Regresaré por acá, saludos.
    Muy bueno tu post!

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  2. Hija, pues menos mal que hubo barra libre de oxígeno! Delagaste en el momento más crítico y te dedicaste a tus colocones ...yt que bien salió todo ¿no? :-)

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  3. Hola

    Te felicito por tu blog. Leyendo tu experiencia de parto no he podido dejar d sonreir...
    En mi caso, también hubo una 'falsa alarma' previa, pero una vez que volvi a casa del hospital, la cosa empezó a doler una barbaridad, y luego nos dijeron que no tendría que haber aguantado tanto...sí,así mismo.
    El parto fue muy rápido, y coincido contigo en que el anestesista es como un angel caido del cielo, al que le darias los brazos si te los pide en ese momento en que te acaba de poner la epidural y por fin te sientes liberada de los dolores.
    En fin, enhorabuena por todo

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  4. Hola, Begoña!!!
    Gracias por pasar por mi blog... Cierto que somos muchas las que ya empezamos a despertar, jeje...
    Te pongo un enlace en mi página.
    Seguimos en contacto.
    Besos.

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  5. También quiero felicitarte por tu blog.
    Soy mamá, también primeriza, de una bichita de 5 meses y medio.
    Me reconforta ver que no soy la única que no tiene tan buen recuerdo del parto, aunque en mi caso fue cesárea.
    Tuve a mi hija en noviembre, el 25, y ese fue el primer dia en que no pasé calor. Las 38 semanas y 3 dias anteriores fueron totalmente sofocantes para mi. Entre en quirófano a las 10 de la mañana muerta de frio, sola y aún avergonzada por el enema que me habia puesto un chavalito.
    Como pudieron me pasaron a la mesa del quirófano, me sentaron y sin apenas explicarme nada me pusieron no se que tipo de analgesia (no era epidural). Curiosamente también tengo un tatuaje, pero ya me ginecólogo me dijo que hoy en dia eso ya no supone apenas problemas.
    Empece a temblar tanto de frio que tuvieron que atarme los brazos en cruz. Ahí ya me vi inmovilizada, con mis espasmitos, con una tela que no me dejaba ver nada hasta que, en buena hora se me ocurre, mire hacia arriba y vi reflejado en la lampara del quirofano como me abrían de lado a lado. Intenté no mirar más y concentrarme en la música de Cadena 100 y en los planes que tenía cada uno para el puente. De repente empecé a sentir como me apretaban la barriga... yo pensaba que no iba a sentir dolor! Aquello fue espantoso! Por suerte, de repente escuché un llanto... nadie me avisó de que mi hija estaba naciendo, nadie me contaba nada... fue toda una sorpresa. Intenté incorporarme para ver algo pero una enfermerá vino a sujetarme la cabeza. No pude evitar empezar a llorar. Aquella chavalita se debió apiadar de mi al fin y intentó tranquilizarme haciendome caricias en el pelo.
    Me enseñaro a Hannah cuando ya estaban terminando de coserme. Fueron sólo dos segundos y estaba toda tapada, solo pude distinguir una naricita. Al estar atada no pude ni tan siquiera acariciarla, nadie tuvo el detalle de desatarme una muñeca...
    Después pase una hora en reanimacion y otra hora más ya en planta hasta que al fin pude cogerla en brazos y darle todos los besos que se merecia que le hubiera dado nada mas nacer.
    Por desgracia, mis hijos siempre nacerán por cesárea, pero tengo clarisimo que en un futuro voy a poner mis condiciones.

    Creo que he soltado un rollazo, pero vuelvo a felicitarte por tu blog!

    Saludos!

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  6. Gracias a todos por vuestros comentarios... de verdad.

    Tempus fugit, que bonito comentario. Es brutal que nos traten así, es inadmisible... No entiendo como ls profesionales de la sanidad no tienen más en cuenta el factor psicológico de sus pacientes (si no lo hacen por pura humanidad, al menos que sean más considerados por el beneficio anímico de la paciente).

    Yo también tengo claro que si tengo otro hijo, las cosas van a ser muy diferetes.

    Besos

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  7. Acabo de leer tu experiencia del parto,
    esta estudiando para los examenes finales de la carrera(mag. infantil) y de repente lo he encontrado.

    Madre mía, la verdad es q una amiga mía me había diho, que cuando das a luz, ves a Dios, jaja pues va ser que sí que tenía razón...

    Debe ser muy doloroso y conplicado, per tan bonito...

    Muchas gracias x compartir tu experiencia con nosotras.

    Un besito, y me vuelvo a estudiar otra vez.
    Otro para tu niño.

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  8. Bueno, como ves, dije que venía y he venido :)
    Desde luego que cada una tenemos una historieta, eh? antes ellos tenían la mili, y nosotras seguimos teniendo nuestros partos :))))
    A ver si me animo, que yo todavía tengo pendiente también mi crónica (aunque ya he desvelado a trocitos en varios posts).
    Verás como nuestro siguiente va a salir bordao!!!

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  9. Animense chicas, se puede tener un parto sin dolor. Fuimos todas creadas para parir, y antes de que ese Dios de bata blanca existiera, muchas mujeres parieron sin dolor, o por lo menos disfrutaron de la experiencia haciendola más humana. Rodeados de nuestros seres queridos, tratandonos con respeto y no como vacas al matadero, teniendo desde el primer momento contacto con nuestro hijo, y no volverlo a soltar... Se puede, se logra, tengo un bebé de casi un año y nuestro parto fue muy hermoso, doloroso, pero muy intimo. Me resetaron completamente el plan de parto que lleve, pari sin anestesia, no tuve desgarro, mi costi estuvo conmigo todo el tiempo, y una vez fuera me dejaron a mi hijo encima, comiendo de una vez. Es una experiencia que de cierta manera queria que pasara asi, y lo logre. No dudo que haya muchas otras mamitas que no hayan tenido tan lindas experiencias, pero se puede hacer todo lo posible, para que esa experiencia sea el mejor dia de tu vida, y nazcan tu y tu hijo a la vez.
    Un abrazo, me gusta tu blog, visita el mio.

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  10. Si es que pones lo de "Absténgase futuras parturientas", y claro, pues más lo leemos...Soy primeriza, de 20 semanitas, y me encanta tu modo de escribir. Dentro del drama de tu historia, haces que resulte graciosa. Espero que aunque no se te haya olvidado, cuando lo recuerdes ya no lo pases tan mal. Un abrazo.

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