domingo, 31 de octubre de 2010

De jefes y de padres


"El poder corrompe" - esta es una máxima que no he inventado yo, y más de uno pensamos que cuando alguien se convierte en jefe, algo se le tuerce dentro y lo más habitual es que se vuelva... gilipollas, hablemos claro (y, aunque va a ser difícil, que no sé dé nadie por aludido, ¿eh?).

Parece que es esto mismo lo que nos pasa cuando nos convertimos en padres. Y por eso corremos el riesgo de volvernos autoritarios, controladores y poco dialogantes.

Recordando como eran mis padres y como me educaron, y sin el ánimo de sacar falta a esos padres de los 70 que lo hicieron lo mejor que supieron y pudieron, ellos fueron padres autoritarios - aunque intentaban ser dialogantes, todavía no llevaban en su ADN eso de la democracia, como afortunadamente – y gracias a ellos – nosotros sí hemos mamado. Ellos fueron machistas -aunque nos intentaron educar en igualdad, todavía las tareas del hogar recaían en su práctica totalidad sobre la madre - y gestionaron los castigos y el apego como ellos mismos lo habían vivido de sus padres criados en la posguerra, es decir, como pudieron.

Esa sociedad que fabricaba padres imperfectos, era también el origen de jefes controladores, injustos, jerárquicos hasta el extremo, clasistas y machistas, y lo peor de aquella situación no era que existieran ese tipo de jefes, sino que era lo que socialmente estaba establecido y aplaudido.

Pero, al igual que hoy en día hablar de castigo físico a los hijos es casi impensable - y en los 70 era algo habitual y muy recomendable - hablar de jefes intransigentes, que no hacen equipo o insensibles no es lo que está de moda, ahora el perfil de un líder está en torno a alguien “capaz de ganarse la confianza de sus colaboradores, una persona auténtica y genuina, que posea y, al mismo tiempo, sepa transmitir a los demás un claro sentido del propósito; un líder empático y sensible, preocupado por el desarrollo de las capacidades y por el impacto que sus acciones y decisiones tienen en quienes le rodean; un líder que siempre explique el por qué de las cosas, que sea curioso, sepa leer el entorno y anticipar las implicaciones de las novedades que se producen a su alrededor” o al menos eso dice la Harvard Business Review, tal y como recoge Santi García en su blog (uno de mis últimos grandes descubrimientos en la red).

Es decir, que parece que nuestra sociedad valora cada vez más los sentimientos del prójimo, ya sea del empleado o del hijo. La confianza, la empatía y el diálogo son valores que parece que tienen algo que decir en la sociedad del siglo XXI. Y si esos son los jefes que deben liderar nuestro nuevo siglo, así deberemos ser los padres de la nueva era.

Toda esta ida de olla para decir: La crianza con apego es la crianza del siglo XXI, la crianza del respeto y la igualdad.

Los padres “con apego” estamos de moda... ¡yeah!

viernes, 29 de octubre de 2010

Las cosas de mi niño Vol. 1


- Mamá, ¿tu leche tiene chocolate?
- No hijo
- ¿Por qué? -
su primer por qué
- Pues... porque, porque – sobrecogida por la emoción de vivir su primer por qué - porque sale sin chocolate
- Pues... parece

jueves, 14 de octubre de 2010

La generación Cinexin


Quizás algun@s de vosotr@s participasteis en el cuestionario que os propuse hace un tiempo, sobre los recuerdos de nuestra infancia y sobre cómo jugábamos aquella generación que fuimos muy jóvenes para disfrutar de la movida, pero lo bastante mayores para conocer sus consecuencias. Somos los nacidos entre los 70 y los 80 en España, aquellos niños que teníamos que elegir muy bien lo que le pedíamos a los Reyes Magos porque sólo nos traían una cosa, aquellos que disfrutamos de Cinexin o que nunca lo tuvimos, y todavía lo anhelamos.

Pues aquí está el resultado, un informe titulado La Generación Cinexin, donde hemos intentado desglosar cómo éramos y cómo somos, qué pensábamos antes y qué opinamos ahora, cómo jugábamos y cómo queremos que jueguen hoy nuestros hijos...

Presentamos los resultados de este informe en una exposición retrospectiva de Cinexin, que celebramos la semana pasada en Madrid, ¡mirad! ¡mirad!

Para mí ha sido realmente interesante, divertido y emotivo desarrollar este trabajo... lo hemos pasado “guay del paraguay” (¿os suena esta expresión? pues entonces rondáis la treintena).

lunes, 11 de octubre de 2010

Las cosas de Laura Gutman... y las mías


Efectivamente, esto no es un blog de actualidad, ni de primicias informativas... hace ya varias semanas que asistí a la conferencia de Laura Gutman en Madrid, y lo más grave, hace varias semanas que prometí un resumen de lo que contara... y aquí me veis: 15 días más tarde, intentando sacar un hueco para redactar el ansiado reporte.

Pero la maternidad, el trabajo, lo líos y los problemas no entienden de tiempo ni espacio, y en estas semanas mi mente ha estado en otras cosas. Para los más curios@s os diré que algunas de estas cosas que han ocupado parte de mi disco duro se han solucionado, otras van a desaparecer y el resto están en vías de hacerlo o simplemente van a ser eliminadas de mi RAM.

Bueno, pues vamos al tema... A lo largo de la charla de Laura Gutman pasé por casi todos los estados que una persona puede tener al escuchar a otra: empatía, incredulidad, descrédito, oposición, interés, simpatía... Y me ha costado algunos días asimilar mi recorrido por su charla y sacar algunas conclusiones. Como sabéis, iba totalmente entregada a su filosofía y ahora, he de reconocer, que no me gustó tanto como esperaba. Eso no significa que, en su momento, sus lecturas no me hayan ayudado y, sobre todo, confortado, pero puedo decir que mi Gutmania ha pasado a la historia.

Cuando entré en la sala, mis sensaciones fueron cálidas, la estancia estaba llena de madres, algunas con sus hijos ya en los brazos y otras con ellos aún dentro de sus entrañas, había algunos padres y un ambiente bastante acogedor. Laura se paseaba por la sala sonriente, firmando libros, charlando con unos y con otros con una amplia sonrisa en su cara. Cuando se subió al pequeño escenario, fue al grano... casi ninguna de las cosas que contó me sonaron nuevas, pero escuchadas de su boca sonaron diferentes.

Empezó repasando los “personajes” en los que ella afirma que todos nos instalamos... repasó sólo algunos y nos comentó que hay detalle de estas estas personalidades estándar en alguno de sus libros. Así pasó por el maltratador, por la víctima, el enfermizo, el caprichoso...

De esta forma, todos estos personajes parten de una base común: la sensación de desamparo en algún momento de sus vidas, y cada uno de ellos enfrenta este hecho como puede o sabe. Así el maltratador usa su fuerza bruta para que mamá le haga caso cuando pega a un niño, por ejemplo, y cuando se va haciendo mayor sólo sabe actuar así, sólo sabe enfrentar sus miedos de esa forma, y se convertirá en un hombre de negocios sin escrúpulos o en un marido agresivo; La victima parte de esa misma base y sólo obtiene su recompensa siendo la pobre niña que sufre las injusticias de la mano de los demás, y siempre acaba en los brazos de mamá. Ella es buena frente a la maldad de otros y repetirá este esquema de comportamiento a lo largo de su vida, pudiendo convertirse en una víctima potencial del maltrato machista. Y así siguió describiendo personajes como el enfermizo o el caprichoso que usan la enfermedad o las rabietas como modo de llamar la atención.

Todas estas descripciones las adornó con ejemplos, con símiles que amenizaban su discurso, pero a medida que iba avanzando en sus descripciones más simplistas me iban pareciendo. Probablemente, puede ser que las cosas son más sencillas de lo que creemos, y que al final todo se reduce en esto: patrones de comportamiento con los que los psicólogos catalogan a sus pacientes... pero, sinceramente, esto es como descubrir los trucos de un mago: eliminas la emoción, conviertes un arte, una compleja ciencia, en un simple crucigrama.

Y la tarde avanzaba y a mí aquello me empezaba a chirriar cada vez más. Sobre todo cuando se metió en temas peliagudos como las mujeres maltratadas, llegando a decir que que ellas son maltratadas porque al final encuentran su recompensa tras el maltrato, que es destacar, obtener cariño y reconocimiento a través su papel de víctima.

Probablemente y en cierta forma lleve razón, existen perfiles de personas que repiten patrones una y otra vez... pero que yo tenga un pensamiento tan sencillo y simplista, que no cuento con ninguna formación psicológica, es aceptable, pero uno espera que una “gurusa” como lo Gutman en su campo, no reduzca las cosas a esos sencillos conceptos.

Fue entonces cuando le pregunté: “pero todas nosotras tenemos un hijo que ha pegado a otro (haciendo referencia a la personalidad del maltratador) o que ha cogido una rabieta frente a un kiosco de chucherías (por la personalidad caprichosa) o un hijo con alergias (por la personalidad enfermiza – ella llegó a afirmar que no cree que las alergias existan y tácitamente dijo que son manifestaciones psicosomáticas de alguna carencia afectiva... ahí me tocó la moral mucho – ya sabéis que mi niño tiene problemas de alergias-)... ¿eso significa que todas nosotras lo estamos haciendo mal como madres, que todos nuestros hijos tienen carencias afectivas? ¿cuando tenemos que dar la voz de alarma? ¿cuando debemos preocuparnos? Ella me contesto con un sencillo: ¿Por qué esperar a que haya una voz de alarma? ¿Por qué no conocernos mejor para evitar que eso pase?...

Bueno sí, visto así no está mal, pero me empezaba a fastidiar esa visión pesimista en la que parece que todos tenemos un gran problema psicológico que nos impide ejercer la maternidad de manera responsable, y si quieres efectiva, sin transmitir “traumas” a nuestros hijos. Una visión que culpabiliza en extremo a las madres de este mal generalizado que parece residir en todos y cada uno de los individuos de la humanidad.

Para las más amigas de la Gutman, os sugiero que sigáis leyendo, porque a partir de ahí la cosa fue remontando y entró en detalles sobre el concepto de la sombra: aquello que no recordamos, aquello que no se ha mencionado, aquello que nunca se ha verbalizado y que desconocemos de nosotros mismos, que nuestra mente ha eliminado para permitirnos seguir viviendo, ese desamparo que todos hemos sufrido alguna vez y que está en todos nosotros, que nos marca, y que nos lleva a elegir uno de estos papeles para encarar la vida.

Insistió mucho en ese concepto, porque sobre él gira toda su filosofía. Nos invitó a descubrirlo, llegando incluso a afirmar que todos los adultos tenemos la obligación de hacerlo, de conocernos mejor y encajar las piezas de nuestra historia, para así partir del conocimiento para educar a nuestros hijos mejor, desprendiéndonos de ese “personaje” para ser nosotros mismos.

Nos invitó a hacer lo que ella llama nuestra “biografía humana”, en la que un terapeuta analiza lo que no cuentas, lo que no recuerdas de tu infancia, para descubrirlo, sacarlo a la luz y hacer que toda tu historia encaje. En ese momento me plantee incluso hacerlo, o sugerírselo a alguien cercano a quien creo que le podía ayudar.

Aunque toda la charla fue prácticamente un dialogo con el público, salpicando sus palabras con preguntas, la segunda parte de su conferencia fue casi exclusivamente una sesión de preguntas y respuestas. Algunas personas contaron sus positivas experiencias con las consultas a través de Skype con las terapeutas de la consulta de Gutman, otras preguntaron sobre como enfrentar ese momento, después de la biografía personal en el que descubres que gran parte de las decisiones de tu vida no las has tomado tú sino el personaje en el que estabas instalado...

Fue entonces cuando empezamos a descubrir una Laura más persona, menos “conferenciante” y más cercana. Nos confesaba que su vida, como la de todos, también estaba llena de sombra, y que toda esa “sabiduría” que nosotras proyectábamos en ella no era tal y que su vida en ocasiones también había sido un desastre.

En resumen, fue una experiencia agri-dulce, fueron tantas las expectativas, que descubrir las claves, en modo “básico” de la Gutman, me supo a poco... pero sigo afirmando que algunos de sus conceptos son muy aprovechables para comprender lo que pasa cuando eres madre, en ese proceso difícil, y aveces traumático, del puerperio.

Algunas cosas se quedan en el tintero, pero haré un post “reloaded” en breve... o no.