viernes, 6 de febrero de 2015

El manual de instrucciones definitivo para niños



Para muchas de nosotras la maternidad ha sido un proceso vital impactante, revelador, duro y revolucionador… que ha necesitado una vía de escape. 

A algunas de nosotras nos dio por escribir un blog y esa iniciativa personal e individual se ha convertido en la suma de muchas, es decir en una gran comunidad, influyente y de gran alcance, que tiene el poder de poner en manos de padres y madres - con muchos miedos y dudas - información muy valiosa.

Así, hace más o menos 6 años, justo cuando Amalia empezó a escribir su blog Diario de una mama Pediatra, la blogosfera maternal experimentó una eclosión y empezó a adquirir relevancia mediática. 

En sus inicios la blogosfera maternal estaba compuesta por madres, normalmente primerizas, que escribíamos sobre nuestras experiencias, pero sobre todo, expresábamos nuestras dudas e inseguridades, en definitiva: reflexionábamos sobre lo que nos estaba pasando. Estas iniciativas comenzaban de manera aislada, sin vínculos en la red, y poco a poco, a través del intercambio de ideas, pensamientos y consejos empezábamos a forjar tímidas alianzas y amistades.

Diario de una mamá pediatra, se perfiló como una de sus más destacadas miembros de esta comunidad y, de alguna manera, lideró - junto con el blogs como Me crecen los enanos, Mama sin complejos o Tenemos tetas- la generación de primeras blogueras que hoy llamamos DINOSAURIAS. 

Permitidme que haga de abuela cebolleta y me recree en ensalzar a aquellas blogueras dinosaurias que teníamos un punto en común: la maternidad pura y dura, sin adornos. Juntas reflexionamos sobre la maternidad y la crianza, sobre qué tipo de madres éramos o queríamos ser y, sin saberlo, en ese momento fuimos el germen de un cambio de paradigma en torno a la visión de la maternidad. Abrimos una brecha, hasta ese momento inexplorada, que cuestionaba modelos de crianza de moda, rompimos algunas reglas establecidas y, quiero pensar, que ayudamos a algunas madres a ser las madres que ellas querían ser, sin corsés, sin restricciones, sin las reglas dominantes establecidas. 

En este contexto, Amalia, que nunca se ha adscrito de forma dogmática a un modelo de crianza concreto, sí nos ayudó a empezar a debatir desde la templanza, la visión más científica de las cosas, en definitiva desde la razón y el sentido común. ¡Ahí es nada! 

Como su blog, su libro es una mezcla de sus dos facetas, la de madre y la de pediatra, que la autorizan más - si cabe - para ofrecer opiniones y recomendaciones con la empatía de estar en los dos lados. 

Hace 6 años, cuando fui madre por primera vez, habría dado mi brazo derecho por saber todo lo que sé ahora. Me habría evitado muchos miedos, inseguridades, preocupaciones y disgustos… y parte de lo que sé, Amalia me ha ayudado a aprenderlo

Siempre decimos que los niños vienen sin manual de instrucciones y efectivamente es así, pero si tuviéramos que elegir un libro que ponerle debajo del brazo a cada recién nacido, yo le pondría: Diario de una mamá Pediatra

lunes, 13 de octubre de 2014

La contramoda que está de moda

Cualquier elección en la vida implica renuncia. Si duermes no estás despierta, si haces deporte no descansas, si trabajas no estás en casa... pero renunciar no es siempre negativo: renuncio a estar triste, renuncio a doblegarme, renuncio a estar insatisfecha. 

La contramoda que está de moda es ligar la maternidad con la renuncia. Parece que lo que ahora se lleva es decir que quien es madre y, sobre todo, las que optamos por un tipo de maternidad ligada a los principios de la crianza con apego, no somos mujeres realizadas, somos mujeres abnegadas, que renuncian a ser mujeres completas.

Esa reflexión no me gusta, porque pone en cuestión los principios de mi vida, las elecciones que he tomado para llevar la vida que quiero: ser madre, criar a mis hijos de la forma que su padre y yo hemos acordado como la mejor y vivir la vida de la manera que mejor se ajusta a nuestra forma de ser como familia.

Los movimientos No-Mo son algunos de los que lideran estas reflexiones y, al igual que ellas no entienden por qué yo sí quiero tener hijos, yo no entiendo por qué ellas no quieren tenerlos, pero las respeto, me parece bien, que hagan con sus vidas lo que quieran, no las cuestiono, aunque no las entiendo. 

Lo que no comparto es la confrontación. Lo que no comparto es lo mío es mejor y lo tuyo peor, tú eres una egoísta por no tener hijos y yo soy una sumisa que me dejo llevar por las corrientes neomachistas que pretenden devolver a la casa a la mujer, alejándola del entorno laboral.

Yo no te conozco y quizás por eso no te entiendo, pero tú a mí tampoco, y quizás por eso no sepas que sigo trabajando, que estoy en primera línea laboral, que no he renunciado a nada (he elegido), que no soy una súper mujer (ni lo pretendo) y que seguramente vivo una maternidad privilegiada, porque no tengo que atenerme a horarios estrictos, porque puedo ir a todas las reuniones de los colegios de mis niños, porque si están malos me quedo en casa… y quizás, y solo quizás, está maternidad privilegiada es fruto de la gran suerte que he tenido de poder tener una formación, de mi trabajo y también de mis elecciones personales: podría estar dirigiendo algo que me retuviera hasta las 11 de la noche en una oficina y no lo hago, porque no quiero, no me apetece, no quiere vender mi vida al capital porque el capital me la sopla, las empresas me la soplan, el dinero me la sopla, y lo que quiero (lo que YO quiero, y no me dicta la sociedad) es vivir así.

Mi maternidad no es perfecta, la maternidad me ha arrasado y me ha vuelto a levantar y, como los amores, los desegaños y la propia vida, es dura, a veces es ingrata, pero ¿quién dijo que esto era fácil? ¿quién dijo que la vida era fácil? ¿quien dijo que sólo lo fácil es bueno?

Por supuesto, todo sería mejor si las mujeres estuviéramos más protegidas laboralmente, si hubieran más guarderías públicas, si tuviéramos más garantías… pero también todo sería mejor si todos dejáramos de plantear las cosas como una confrontación, como una carrera, como un debate en el que sólo puede haber un ganador.  

Realidades hay muchas, mujeres hay muchas, todas diferentes, con formas de vida diferentes, con opciones diferentes, es probable que no nos entendamos, pero ¿es necesario que siempre nos estemos juzgado?

martes, 3 de junio de 2014

El 99,9% de la población está a favor de la crianza con apego


Si te pregunto si estás de acuerdo con esta afirmación: “trata a los demás como te gustaría a tí que te tratasen”, seguro que respondes que sí. Y seguro que convienes conmigo que este concepto es una de la bases de la educación y un valor importante para la convivencia entre personas. Podríamos decir incluso que se trata de un axioma, una afirmación incuestionable para cualquiera que quiera educar a sus hijos en el respeto a los demás.

Por ello, estoy segura de que también dirás que sí a las siguientes afirmaciones:
  • Si estás triste y lloras ¿quieres ser consolado?
  • Si estás enfadado ¿quieres comprensión y besos?
  • Si existe un alimento recomendado por la máxima autoridad sanitaria del mundo, que aporta todos los nutrientes que necesitas y, además, te aporta satisfacción emocional, ¿lo querrías para ti?
  • Si algo te atemoriza por la noche ¿te gustaría abrazar a la persona que más quieres?
  • Si tuvieras carencias en tus capacidades de comunicación ¿querrías estar permanentemente atendido?
  • Si te sientes indefenso ¿querrías estar protegido en los brazos de alguien a quien quieres?
  • Si tienes hambre ¿querrías comer, independientemente de si toca o no?
Ergo… estás a favor de la crianza con apego. ¡Lo sabía! 

Porque si todo esto lo quieres para ti, también lo quieres para tus hijos y ésto son los principios básicos de la crianza con apego
¡Demostrado! mi teoría es infalible como el Papa… ahora solo queda que sea inviolable, como el Rey (Felipe VI, claro)