La culpa aprovecha cualquier rendija para colarse. Un descuido y ya está dentro. Si no es por aquí es por allí pero siempre sabe como meterse dentro. Sutil, sibilina... ¡Qué zorra la tía!
Un bocadito de nada y ¡zas! Le quitas el ojo de encima y ¡plas! Te despistas y ¡adiós! Pero todo es siempre por tu culpa.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa...
- Mamá, deje de culpabilizarse, me dijo la médica...
Y yo pensé, pero si es por mi culpa, he sido yo, he sido yo...
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